IDEAS

El crujir del tiempo

Una de las fotografías de Tony Ray Jones expuesta en Santander

Una de las fotografías de Tony Ray Jones expuesta en Santander / periodico

Lucía Lijtmaer

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En estos días de fuego y muros contemplo por la red unas fotos de Tony Ray Jones que se exhiben en sendas exposiciones en Santander y Bristol. Son fotos que buscan capturar “la manera de vivir de los ingleses justo antes de su americanización”. Me interesan porque tratan los años 60, y son lo opuesto al “nacimiento de lo cool”, que tituló el fotógrafo David Bailey en la misma época. Pero aquí no sale el estiloso cigarrillo de Michael Caine, ni la melena sedosa de Julie Christie, ni los vestidos almidonados de la primera Marianne Faithfull.

A veces, por suerte, la realidad se abre paso en medio de tanto simulacro

Las mujeres caminan, informales y despeinadas, los hombres les agarran los pechos y la cintura. Los cuerpos son carnosos, a ratos embotados, aburridos, cansados, sucios, es decir: reales. Y, por tanto, resultan contemporáneos.

La ruptura temporal ocurre con una fotografía de un picnic campestre, en la que la gente come, dentro de sus coches y rodeada de basura. Una premonición de tiempos apocalípticos en que los peces se quedan sin aire y mueren, como el mar, en las orillas de nuestras costas. Cuando la veo no puedo evitar preguntarme si es realmente una foto de 1967, como dice la ficha.

Entonces pienso que me sucedió lo mismo con una serie de fotografías anónimas que vi esta semana en instagram, un retrato fallido de una pareja victoriana, en 1890. Los retratados, vestidos adecuadamente para la solemnidad de la fotografía, al principio se muestran adustos, serios, como exige la época y el ritual. Pero algo sucede en la tercera foto que hace reír a ella mientras él la agarra del brazo, y ríe a su vez. La cuarta imagen es plenamente contemporánea: ella se tapa el rostro, por el ataque de risa, mientras él sigue sonriendo a cámara. Choca ese despliegue de frescura, de modernidad, de actualidad. Al poco de verla, me reñía. Qué tontería. ¿Acaso pensaba que en 1890 nadie se reía?

La codificación de imágenes y su pertenencia a un tiempo concreto, a una composición preferente, con ciertos personajes dispuestos de un modo exacto es también un escenario, y no debe entenderse como un documento “puro”. Y a veces, por suerte, la realidad se abre paso en medio de tanto simulacro y algo cruje.