REACCIONES CARA A LAS ELECCIONES GENERALES

Todas las contradicciones

A semanas del 10-N, los partidos miden con más visión electoral que nunca cada declaración o gesto

Pedro Sánchez, durante un mitin en Jaén a principios de octubre

Pedro Sánchez, durante un mitin en Jaén a principios de octubre / periodico

Sonia Andolz

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Intentar comprender. Escuchar. Leer. Observar. Debatir. Discutir. Pensar y repensar hasta que duele la cabeza. Ponerse en el lugar del otro. Preguntarse por qué defenderá lo que defiende, por qué le dolerá lo que le agravia. Sentir una mezcla de emociones indescriptible y que cambia a cada hora. Ir a dormir pensando que mañana se verá todo con perspectiva. Volver a empezar de nuevo.

Desde el lunes pasado, día en que se publicó la sentencia del Tribunal Supremo del juicio a los líderes catalanes es imposible hacer otra cosa. El escenario cambia o cambian nuestras impresiones en un intento fallido de ver las cosas más claras. Sin saber si, teóricamente hablando, es correcto llevar al Estado hasta límites que no se habían alcanzado aún, en un intento de desbloquear el conflicto político. Preguntándose si el empoderamiento de una nueva generación es el correcto o si, tan siquiera, se tiene derecho a decidir si parece correcto. Cuestionándose dónde está la fina línea que separa la violencia de la confrontación política legítima. Dudando si, estratégicamente, esta movilización realmente apabullante quedará diluida por el choque con las fuerzas de seguridad o si, por el contrario, será este choque el que moverá piezas en el tablero con el Estado. He estudiado y analizado demasiados conflictos para tomarme a la ligera esta situación. También he estudiado y analizado demasiados conflictos para ser alarmista innecesariamente. Añado otra contradicción a la lista que me quita el sueño.

Sin pretender tener un mapa meteorológico con el que poder predecir científicamente qué ocurrirá ahora (por aquello de que las sociales no son ciencias porque el ser humano no es empíricamente previsible), sí podemos analizar las actitudes de los distintos actores. A solo unas semanas del 10-N, los partidos miden con más visión electoral que nunca cada declaración, posición, movimiento. Todos.

Imposible equilibrio

En el Gobierno, el PSOE debe mantener ese imposible equilibrio entre contentar a las personas que necesitan que el partido del Gobierno asegure la estabilidad estatal a cualquier precio y a aquellos votantes más a la izquierda no nacionalista que, a pesar de apoyar el juicio e incluso la sentencia, puedan verla desmesurada y crean que la protesta es legítima de forma general. No perder a posibles votantes que se desplacen hacia Ciudadanos sin irritar a los del «con Rivera, no». Así, como dice Berta Barbet, el Gobierno de Sánchez se está diferenciando del de Rajoy en la gestión de esta crisis, pues está evitando al máximo dar razones para la aplicación del artículo 155.

Las cosas en Palau no están mucho más fáciles. Los dos partidos del Govern distan en su análisis de estas movilizaciones y de la gestión que se hace. Las grietas entre ellos se agrandan en cuanto al operativo policial poniendo al independentismo político frente al espejo: el camino difícil hacia una independencia impedida por el Estado con unos compañeros al andar con quien no se comparte estrategia. La gente está movilizada y no parece que se vayan a ir a casa sin más. Los políticos deberán escuchar no a los suyos, sino a todos, y buscar una salida justa y democrática.