Opinión | EL ARTÍCULO Y LA ARTÍCULA

Juan Carlos Ortega

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Un condenado de 900 kilos

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Estoy asustado. Y mucho. He descubierto algo inquietante. De momento, solamente yo lo sé. Voy a compartirlo con ustedes porque de lo contrario no podría vivir. Tiene que ver con todo el asunto del ‘procés’. Sí, ya sé que la cosa empieza a aburrirles, que ya están cansados, pero tengo información de primera mano que demuestra que la justicia española condenó a un individuo extrañísimo. Pesa 900 kilos y mide 20 metros de altura. Les juro que no exagero. Palabra de honor. Ese es su peso y su altura. 

¿Se lo pueden imaginar? Créanme, porque les digo la verdad. No tengo ninguna necesidad de mentirles a ustedes, amables lectores de EL PERIÓDICO. Casi una tonelada pesa ese sujeto, y de pie alcanza la altura de un bloque de seis pisos. Es un fenómeno que supera al hombre de las nieves y a cualquiera de los que la mitología haya podido llegar a imaginar. Pero eso no es lo más extraño. Ojalá todo acabara ahí. El tipo del que les hablo tiene 240 dedos y 24 ojos, y si eso no fuera suficiente para asustar a cualquier ser humano decente, que sepan que su cabello es extremadamente largo; casi dos metros de melena. Y de varios colores.

Creerán ustedes
que he perdido la
razón o que estoy
viendo mucho 
últimamente el 
programa de
Iker Jiménez

Visualícenlo, por favor. Hagan ese esfuerzo. Un sujeto que arrastra por las calles un cuerpo enorme de casi una tonelada, moviendo misteriosamente sus 240 dedos en todas direcciones, creando el pánico a su alrededor y mirando el mundo a través de sus 24 ojos. Mientras camina, el viento ondea su poblada y larga melena. Esta única persona es, además, responsable, ella solita, de ocho delitos de sedición, 12 de desobediencia y no sé cuántos de malversación. ¿Cómo puede un único individuo hacer tantas cosas? ¿Cómo es posible? Y, sobre todo, ¿por qué pesa tantísimo?

Les parecerá, sin duda, muy raro todo lo que les digo, ¿verdad? Creerán que he perdido la razón o que estoy viendo mucho últimamente el programa de Iker Jiménez (si es que pudiera haber alguna diferencia entre ambas posibilidades). En cualquier caso, estarán extrañados por todo lo que les he escrito. 

En cambio, a nadie parece extrañar el hecho de que el Govern de la Generalitat diga, a todas horas y en todos los medios imaginables, que a sus presos les han caído cien años de cárcel. Pues bien, ¿si ellos suman los años de las penas, para que todo parezca más gordo e impactante, por qué no vamos nosotros a sumar los pesos y las alturas, y el número de dedos y de ojos? Y, sobre todo, e infinitamente más importante, si suman las condenas, ¿por qué no sumar también los delitos?

Queridos lectores: no existe ese monstruo gigante y pesado de 24 ojos y cabellos largos. Es, obviamente, producto de mi imaginación, diseñado solamente para impactarles; exactamente igual que los famosos cien años de condena.