ANÁLISIS
La derrota del fútbol
No lo llamen seguridad, llámenlo política. Esa que se ha apropiado del balón para colocarnos en la barricada permanente. ¡Que nos devuelvan el fútbol!
Es frecuente que Ernesto Valverde sea quien más “seny” ponga desde su micrófono de la sala de prensa cuando se le pregunta por cuestiones de todo tipo. Su sensatez tiene el mismo efecto que cuando cierras una ventana y se acaba de golpe el ruido atronador de la calle. ”Quiero jugar el partido en casa, mis jugadores también (…) lo veo como una oportunidad (…) podemos demostrar que el partido se puede celebrar con normalidad y olvidar a los agoreros”, dijo este jueves mientras se esperaba el fallo de Competición.
Vivimos días de ruido infernal, y el fútbol se encuentra subido a una barricada viendo como unos y otros, violentos, agoreros, dirigentes y políticos de uno y otro lado, intentan meter un gol al otro a costa del evento más importante de nuestro fútbol, el clásico.
Hace un año asistíamos incrédulos a la barbarie que sucedía en Argentina y presumíamos de poder ofrecer a la Conmebol la celebración en el Bernabéu de la final de la Libertadores. Porque en España podíamos (y de hecho así fue) garantizar las condiciones de seguridad para que el mayor evento futbolístico de América se celebrase en Madrid.
Solo un año después el clásico no se podrá celebrar en el día y hora previstos. Un hecho sin precedentes en el fútbol español.
¿Quién gana con esta derrota del fútbol? ¿A qué tenemos miedo? ¿Qué imagen damos al mundo?
Precedentes serios
En las últimas décadas el fútbol ha enfrentado situaciones tan graves como la disputa de una semifinal de Champions entre Real Madrid y Barcelona (mayo de 2002) en el Bernabéu con la explosión de un coche bomba de ETA en los aledaños cuatro horas antes del comienzo. Hubo casi una veintena heridos pero el partido se celebró con normalidad.
Años después, en noviembre de 2015 otro clásico en el Bernabeu se disputó enalerta antiterrorista nivel 4 (el 5 supone sacar al ejército a la calle) tras los atentados ocurridos días antes en París en el Stade de France y ante el temor de que algo parecido pudiese repetirse en el Paseo de la Castellana.
En Francia, la Eurocopa 2016 se disputó en medio de una amenaza terrorista sin precedentes en Europa debido a los atentados de noviembre en Paris. Más de 60.000 efectivos se ocuparon de la seguridad del evento. Se mantuvieron incluso las “fan zone”.
Ninguna de esas situaciones admite desde luego comparación con lo que se está viviendo en Cataluña, pese a la gravedad de las escenas que están sucediendo en las calles. Pero hay algo que pesa mucho más que cualquier alerta antiterrorista, y es el uso político del partido en fechas preelectorales.
No lo llamen seguridad, llámenlo política. Esa que nos ha llevado a todos, aquí y allí a vivir la desgraciada situación que estamos viviendo. Esa que se ha apropiado del balón para colocarnos en la barricada permanente. ¡Que nos devuelvan el fútbol!
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