ANÁLISIS

Ya están aquí

Cualquier pronóstico en la NBA que arranca el martes se tambaleará en cuanto empiecen a correr el sudor y a chocar los músculos

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Antoni Daimiel

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En la madrugada del próximo martes al miércoles arrancará una nueva temporada de la NBA. Las secciones deportivas de los medios no encuentran sentido ni se realizan si falta la mejor liga de baloncesto del mundo. La 2019-20 es una campaña inundada de incertidumbre, más que nada porque los finalistas del pasado mes de junio han incurrido en tendencias disolventes: Kevin Durant se rompió el tendón de Aquiles justo antes de decidir su marcha a Brooklyn y Klay Thompson también se lesionó para varios meses. Kawhi Leonard decidió que su visado de residencia canadiense no merecía más de un año de vigencia. Tuvo el tiempo justo para conseguirle un título a Toronto Raptors.

Kawhi, que no se enfada, que no tuerce el gesto y apenas habla por no quejarse, es la actual Mata-hari o la Yoko Ono de la NBA: maestro del poliamor y sin piedad para acumular una larga lista de corazones damnificados. De hecho, de una manera u otra, es atinado argumentar que Leonard ha deshecho varios equipos campeones. Deshizo a los Miami Heat de LeBron, a los Spurs con su marcha, a los Warriors en la última final y a los Raptors decidiendo su huida hacia Los Angeles Clippers.

Déjense de adivinanzas, no hagan demasiado caso a pronósticos, en este momento es imposible saber quién se puede imponer en la Conferencia Este allá por mayo, de entre los Milwaukee Bucks de Antetokounmpo, los Sixers, los Raptors, los Celtics o los Indiana Pacers. Los indicios del mercado de traspasos y agentes libres (en la NBA se han gastado 3000 millones de dólares este verano en fichajes de jugadores sin equipo) apuntan, cogido con alfileres, al dominio de Lakers y Clippers en el Oeste, con el permiso de Warriors, Houston Rockets, Utah Jazz y Denver Nuggets. Como el roce mata melodías, en cuanto empiecen a correr el sudor y a chocar los músculos muchos de estos preceptos se tambalearán, más aún cuando lleguen las lesiones.

El reto de James y Davis

LeBron James vuelve a captar gran parte del protagonismo. Cumplirá 35 años antes de que acabe 2019 y en la pasada temporada se perdió 27 partidos por lesión. No compareció en los 'play-offs' por primera vez en 14 años y faltó en las NBA Finals después de disputar ocho seguidas. Todo ello sin entregar un justificante que fuera más allá de su maltrecho abductor. Vio gran parte de los 'play-offs' por televisión junto a su familia desde Cabo San Lucas (Baja California, México) y posteriormente dedicó parte del verano al rodaje de 'Space Jam 2'.

Llegados a este punto se muestra plenamente consciente, y así se lo trasladará a sus compañeros, de que está obligado a acelerar en ámbar. Cuenta con la colaboración de Anthony Davis, que ya no tiene más margen antes de demostrar si es solo un homeópata sentimental que solo ha superado una vez en su carrera la primera ronda de los 'play-offs' o si nos encontramos ante un pívot de calado histórico.

Nos queda un fin de semana libre de trasnoche antes de empezar a consumirnos en el placer de la NBA, un deleite global, un recreo que ni engorda ni contamina.