Análisis

Torra, conductor suicida

TORRA

TORRA / periodico

Imma Lucas

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Tarde y mal ha condenado Torra la violencia que se está viviendo por la noche en las calles de Barcelona. Casi de madrugada y más de 24 horas después de incendiarse por primera vez distintos puntos del corazón de la ciudad condal, comparece para desvincularse de cualquier actitud incívica, y tras las infinitas críticas a su falta de condena comparece en el Parlament haciendo el discurso que debería haber hecho la primera noche de infarto para pacifistas, periodistas, policías, bomberos y cualquier ciudadano de a pie.

Torra actúa como un conductor suicida, sin rumbo y sin sentido institucional. Por una parte llama a la desobediencia civil y por otra anuncia unilateralmente que volverá a poner urnas para un referéndum, poniendo fecha y todo. El 'president', tras más de 5 horas de actos vandálicos, ya debió haber comparecido el primero para condenar y llamar al orden, para defender la vía pacífica, la única que se puede defender en cualquier democracia. Periodistas recibían la callada por respuesta a preguntas de si condenaba los hechos. No solo no lo hizo sino que se unió a una de las marchas convocadas por la libertad sonriente, sin hacer ninguna referencia a las noches negras de la ciudad, como si no fuera con él. No son formas ni para un 'president' ni para ningún demócrata que se precie. La violencia solo representa a los violentos, a nadie más.

La primera noche en la que se iniciaron los frentes de fuego en las calles faltaron condenas, la primera la del 'president' pero también por parte de Omnium Cultural o la ANC, que habían convocado la manifestación previa. Vía tuit los mismos políticos independentistas presos lamentaban ya los hechos. Silencio, no obstante, desde la Generalitat, y también desde Waterloo. No es de extrañar que menos los suyos, todos en el Parlament hayan pedido a Torra que dimita.

Y este conductor suicida que ha tardado en condenar la violencia además, en solitario, anuncia en el pleno, en la sede de la máxima institución catalana, que volverá a hacerlo, que volverá a poner urnas para el referéndum. Pero, ¿cómo lo va a hacer si no hay ningún camino legal de momento para conseguir el objetivo de la independencia?

En el Parlament, sus socios de gobierno se han quedado atónitos con el anuncio y tras la dura sentencia. La salida a un nuevo Govern, liderado con sensatez y cordura, sí que merece urnas, la de nuevas elecciones catalanas. Catalunya -y menos si cabe el independentismo- no necesita un conductor suicida como Torra que llama a la desobediencia civil y cuando tiene incendiada la calle es incapaz de salir de inmediato a condenar cualquier acto de violencia.

Su actitud y la de los violentos que están quemando por la noche arterias principales de la ciudad condal en nada benefician a un movimiento pacifista como lo es el independentista. El malestar por la sentencia se manifiesta con las marchas organizadas por la libertad que transcurren de forma pacífica, no con barricadas, con lanzar piedras, atacar a la policía o quemar contenedores. Quim Torra no ha sabido ejercer como presidente de todos los catalanes. Sí quizás de los independentistas pero humildemente, y a juzgar por los hechos, se podría decir que el balance es nefasto.