Los récords del maratón

Zapatillas y 'fair play' tecnológico en el deporte

El impacto de la tecnología parece imparable, como demuestran las zapatillas para largas distancias, lo cual no obsta que deba ser regulado para garantizar la igualdad y la pureza

Eliud Kipchoge

 Eliud Kipchoge por primera vez por debajo de las dos horas una vez completados los primeros 15 kilómetros de la prueba.   / periodico

José Luis Pérez Triviño

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¿Por qué prohibir el uso de las famosas zapatillas Vaporfly Next que han utilizado Kipchoge para bajar de las dos horas en el maratón o Brigid Kosgei para rebajar la plusmarca femenina de Paula Radcliffe? Hay dos argumentos para apoyar su erradicación: la igualdad entre competidores y la pureza del rendimiento deportivo. Según el primer principio, forma parte del diseño de cualquier prueba deportiva establecer condiciones para que los participantes partan en unas mínimas condiciones de igualdad. La victoria, o una marca, como objetivo que persiguen los deportistas, es un valor que debe atribuirse a aquel atleta individual o equipo que más méritos haya demostrado en la competición partiendo de una común y minimamente igualitaria línea de salida. En virtud del segundo, el resultado debe ser fruto del propio deportista (de su talento, de su cuerpo y de su esfuerzo natural) y no de factores artificiales o externos. En este sentido, cabría preguntarse en primer lugar, si todos los deportistas tienen acceso a las milagrosas zapatillas, y en segundo lugar, si su uso rebaja hasta niveles no tolerables la vinculación entre el resultado obtenido y la implicación del propio cuerpo, favoreciendo, en cambio, factores externos y artificiales.

Ahora bien, desde la misma aparición del deporte, ha habido un deseo de utilizar medios externos para el incremento del rendimiento deportivo. Pero ha sido en el siglo XX y XXI, donde el espectacular desarrollo de la tecnología ha supuesto una revolución en la práctica deportiva. Los ejemplos que se pueden ofrecer son casi inabarcables: el uso de la fibra de carbono en raquetas, pértigas y otros materiales deportivos, las cámaras hipobáricas y criogénicas, los bañadores de neopreno... Y ello sin contar con la indirecta influencia de la tecnología a través de los nutrientes y los tratamientos médicos.

Establecer restricciones justificadas

El impacto de la tecnología en el deporte parece imparable, lo cual no obsta que deba ser regulado para garantizar la igualdad y la pureza. Parece necesario abrir un debate acerca de regular el uso de todos estos dispositivos tecnológicos en el deporte, y eventualmente, establecer medidas que garanticen un 'fair play tecnológico'. En este sentido, el respeto a la igualdad de los participantes se podría asegurar si todos pudiesen acceder al uso de estas zapatillas. Y aunque su precio es alto, unos 275 euros, no parece que sea tan exagerado para que deportistas de élite no puedan adquirirlos. Además, el precio suele reducirse sustancialmente con el paso del tiempo. Situación bien diferente puede darse cuando el acceso a las nuevas tecnologías sí sea inalcanzable para todos los atletas, lo cual podría ser causa para establecer restricciones justificadas.

Más complicado parece asegurar la pureza del resultado deportivo. Pero aquí aparecen dilemas difíciles de afrontar: si en lugar de rebajar un 5% el tiempo, lo hiciese en un 3% ¿serían aceptables las zapatillas? Por otro lado, ¿mejoran sus marcas todos los atletas que usan esas zapatillas?, ¿hubiera conseguido el récord usando las Vaporfly una atleta con mejoras marcas que Kosgei? Y por último, ¿cómo establecer comparaciones temporales?, ¿son comparables los récords actuales con los de hace 50 años? En definitiva, ¿podrá el deporte permanecer anclado en un ideal de cuerpo humano puro en una sociedad cada vez más tecnologizada?