Elecciones generales

Habrá que ir a votar

Muchos de quienes iremos a votar lo haremos con el recelo del que no cree en sus promesas

Papeletas para votar en las elecciones generales del 28-A.

Papeletas para votar en las elecciones generales del 28-A. / periodico

Carles Sans

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Habrá que ir a votar. Eso es lo que digo y dicen las personas con quienes hablo de eleccioneselecciones. Hablar de política siempre ha sido controvertido, pero en estos tiempos se ha vuelto en un lance del que nunca se sabe cuándo se saldrá escarmentado. No me refiero únicamente al hacerlo en público, que también, sino incluso en privado. Ya nadie tolera según qué, y los comentarios acaban muchas veces en desagradables discusiones. Y es que hay cansancio, mucho cansancio; un hastío insuperable que ya nadie tiene ganas de soportar. Nos decimos los unos a los otros con resignada voluntad: habrá que ir a votar, y lo decimos con el cabreo y la apatía del que ya se encuentra muy cerca del límite.  Habrá que ir a votar porque si uno es demócrata y aún cree en las reglas de ese juego, no tiene otra. Aunque sea con desgana. Habrá que ir a votar más en contra de quienes no quieres que gobiernen que a favor de tus preferencias. Porque muchos de quienes iremos a votar lo haremos con el recelo del que no cree en sus promesas. De nuevo vemos a los políticos en campaña electoral garantizándonos más y mejores ventajas de las que nos prometieron hace cuatro días en la campaña anterior. ¿Hasta cuándo nos van a engañar?

Hace poco leí un tuit que decía: “Si Sánchez sigue prometiendo más y más empleo, aquí acabará trabajando hasta Paquirrin.” Tiene gracia. El humor sienta bien a los votantes que prefieren no tomarse demasiado en serio todo lo que estos días se oye y se ve. Habrá que ir a votar a pesar de que se presentan los mismos que no supieron qué hacer con nuestros votos del mes de abril. Porque aquí nadie considera que haya fracasado en nada; nadie piensa en que algunos marrulleros son incapaces de poner en orden un país intoxicado con serios problemas pendientes de solución. Únicamente los buenos políticos, los de gran calado, podrían hacerlo. Yo digo que hay que ir a votar porque si no le daremos la razón a quien piensa que esta democracia tan imperfecta no vale para nada. Y eso, aún no es así.