La sentencia del 'procés'

Golpecillo de estado

Los miles de análisis sobre las diferencias entre rebelión y sedición pueden sustituirse por el recordatorio de que los controladores aéreos que paralizaron los aeropuertos en el 2010 fueron acusados de sediciosos

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Matías Vallés

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La sentencia recalentada en las semanas recientes y precocinada desde hace dos años ha recurrido al truco de rebajar los delitos y recargar las penasrebajar . El Supremo adopta así un mecanismo defensivo hacia instancias revisoras. Los entusiastas del golpe, una denominación innovadora y posterior a los hechos juzgados, no deben dudar de que el alto tribunal se ha batido con denuedo para calificar el 'procés' de rebelión. Muy consistentes han de ser las dudas para que se haya plegado a la insuficiente violencia de los jueces alemanes, que en el histerismo subsiguiente fueron acusados de pertenecer a un país dictatorial

El voluntarioso y voluntarista esfuerzo del Supremo por consolidar la rebelión habrá topado con obstáculos doctrinales insalvables, por no hablar de algún magistrado disidente. El 'procés' ha quedado reducido a un golpecillo de Estado, pero con la particularidad de que el mismo tribunal ha impuesto penas más severas que a oficiales de la Guardia Civil y el Ejército que un 23-F entraron armados a someter al Congreso o sacaron tanques a la calle, en un golpe reconocido incluso por sus partidarios. El general Armada fue indultado a los seis años, el 'tanquista' Milans del Bosch amnistiado poco después, la mayoría de mandos no pasaron de seis años. La mitad de castigo que los sediciosos catalanes, con la particularidad de que el Estado se ha negado a juzgar al jefe de la banda independentista. 

El Derecho Penal ha de ser diáfano, mal andamos si un delito tiene que explicarse. Los miles de análisis sobre las diferencias entre rebelión y sedición pueden sustituirse por el recordatorio de que los controladores aéreos que paralizaron los aeropuertos españoles en las prenavidades de 2010 fueron acusados de sediciosos. Ninguno de ellos ha pasado un día en la cárcel. El 'procés' no ha causado ni el retraso de un avión, pero Rajoy prefirió las diligencias a la diligencia. La hoguera fabrica mártires, y dificulta la devolución de la sociedad a esa confortable variedad del aburrimiento llamada democracia.