Dos miradas

Sonrisa insultante

No solamente han condenado, sino que, sobre todo, se han defendido ellos mismos y han intervenido en la historia como una especie de inquisidores por encima del bien y del mal

El tribunal que juzga a los líderes del 'procés', presidido por Manuel Marchena.

El tribunal que juzga a los líderes del 'procés', presidido por Manuel Marchena.

Josep Maria Fonalleras

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Las penas injustas es lo peor de la sentencia. Pero aún hay cosas peores. El tono grandilocuente y sesudo, cuartelario y matón que usan los miembros del Supremo. Lo digo así porque la misma sentencia me deja decirlo: “Es perfectamente legitímo criticarla, así como protestar y alentar a otros a protestar frente a ella”. Lo hago, pues, después de una lectura apresurada que me deja una evidencia terrible. No solamente han condenado, sino que, sobre todo, se han defendido ellos mismos y han intervenido en la historia como una especie de inquisidores por encima del bien y del mal. Dos ejemplos. Los hechos de octubre fueron un "artificio engañoso", una "mera quimera", y el Estado, "sin especiales esfuerzos", convirtió "en inocuas las asonadas". ¿Sin especiales refuerzos? Esto lo puede escribir un historiador, pero no un juez. Hay un poso de suficiencia del ganador que ensucia toda el aparato legal.

Y después, el sarcasmo indecente. Si Cuixart desobedeció, ¿cómo es que pide la absolución? "Lo coherente", dice el TS, "será asumir el castigo para poner así en valor la intensidad de su discrepancia". No son solo carceleros: cierran la llave de las rejas con una sonrisa insultante.