LA CLAVE

Preguntas tras la sentencia

Si el independentismo asume que la vía unilateral no es un alegre juego de boy scouts y el Estado entiende que nunca debió menospreciar y, mucho menos, azuzar para luego judicializar la desafección catalana, entonces podría cambiar el paso del baile

El presidente del tribunal del 'procés', Manuel Marchena, en la sesión de este miércoles, en la que el juicio ha quedado visto para sentencia.

El presidente del tribunal del 'procés', Manuel Marchena, en la sesión de este miércoles, en la que el juicio ha quedado visto para sentencia. / periodico

LUIS MAURI

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La sentencia del proceso al ‘procés’ no es aún pública, pero sí conocida. Los principales acusados serán condenados por sedición y desobediencia. Algunos de ellos cargarán además con el delito de malversación. El Tribunal Supremo ha desestimado la rebelión que propone la Fiscalía.

La sentencia abrirá paso a diversos interrogantes. El primero: ¿Es justa? Los independentistas solo considerarán justa la absolución. Bajo la fuerza emocional de esta idea subyace una aspiración quimérica: que la justicia dé carta de naturaleza a la quiebra de la Constitución y el Estatut, y al intento frustrado de escindir unilateralmente una porción del país. Por su lado, sectores constitucionalistas considerarán leve el castigo por lo que juzgan un intento de moderno golpe de estado.

La discusión será tan enconada como estéril por sí misma: solo el Tribunal Constitucional y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos tienen algo que decir con fundamento y consecuencia. El resto es pirotecnia. Tan efectista como se pretenda (tribunales coloniales, golpismo independentista, etcétera), pero pirotecnia al cabo. La justicia española, como la alemana o la francesa, es muy mejorable, incluso más que estas, pero ninguna de ellas funciona al margen de un estado democrático y de derecho.

¿El fin del 'procés'?

Más interrogantes. ¿Supone la sentencia el fin del 'procés'? ¿Volverá el conflicto catalán a la esfera política, de la que nunca debió salir?

La decisión del Supremo no marcará el fin de la legítima aspiración independentista, ni debe marcarlo. Pero sí podría poner punto final a una fase o un modo de entender (y, sobre todo, de hacer) del ‘procés’. Si el independentismo asume que la vía unilateral no es un alegre juego de boy scoutsy el Estado entiende que nunca debió menospreciar y, mucho menos, azuzar para luego judicializar la desafección catalana, entonces podría cambiar el paso del baile. La temperatura de la reacción independentista a la sentencia indicará si se puede esperar una  normalización del conflicto y una gestión conciliadora de las condenas.