análisis

La gesta de Eliud Kipchoge

La cara de felicidad del gran maratoniano al cruzar la meta confirmaba que era posible superar el reto y lograra, además, delante de millones de personas.

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Marc Roig

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Eliud Kipchoge tiene un mantra que reza “No human is limited” (ninguna persona está limitada). Esto no significa que podamos conseguir todo lo que queramos, solo con soñarlo. Significa, más bien, que nuestros límites están mucho más allá de lo que pensamos. Y que sacar nuestra mejor versión es posible y solo requiere nuestra fuerza de voluntad. Pero una cosa es decirlo y otra, muy diferente, hacerlo. Pues hoy Eliud Kipchoge lo ha hecho: ha roto la barrera de las dos horas para cubrir un maratón.

Una hora, cincuenta y nueve minutos y cuarenta segundos para cubrir cuarenta y dos kilómetros con ciento noventa y cinco metros. Si cuesta de leer, mucho más cuesta de correr. Porque se trata de correr cada kilómetro en 2m50s. Si se intenta en un tapiz rodante, es necesario moverlo a 21 kilómetros por hora (velocidad a la que la mayoría de las cintas no llegan). Y todo esto durante casi dos horas. Sin descanso. 

Ha ocurrido en la ciudad de Viena, empezando a las 8:15 de la mañana, dando cuatro vueltas al circuito del Prater: una recta de más de cuatro kilómetros que se cubría de ida y vuelta. Ha contado con la ayuda de 41 liebres que se iban turnando para marcar el ritmo. Y ha celebrado su gesta con un abrazo eufórico a su mujer nada más cruzar la meta y después de darse un par de golpes al pecho como si fuera un gorila marcando el territorio. Porque, sinceramente, ha marcado el territorio. Nadie antes ha pisado esta luna. Pero nos ha enseñado el camino. 

Un cierre perfecto a una carrera casi inmaculada

Ya es campeón olímpico, tiene el récord del mundo y, desde hoy, es la primera persona capaz de correr el maratón en menos de dos horas. Sería el cierre perfecto a una carrera deportiva casi inmaculada que empezó en el año 2003 cuando ganó el campeonato del mundo de 5000 metros en París, por delante de Kenenisa Bekele y Hicham El Guerrouj. Pero Eliud Kipchoge no quiere hablar de retiradas. Todavía tiene mucha energía en las piernas y mucha inspiración que repartir tanto a los aficionados al atletismo como a los ciudadanos de a pie. Se tomará un ligero descanso ahora y volverá a su rutina de éxito antes de que empiece diciembre: un mes de gimnasio y de tres a cuatro meses de vida espartana hasta su próximo maratón.

Porque para sacar su mejor versión él lo tiene claro: solo es necesaria nuestra fuerza de voluntad. Sea para correr como para realizar cualquier otra actividad: para un profesor dar su mejor clase, para un conductor transportar eficientemente su carga, para un político actuar en beneficio de los ciudadanos y así un largo etcétera.

De ahí su cara de felicidad al cruzar la línea de meta. Porque una cosa era afirmar que era posible y otra, muy diferente, demostrarlo delante de millones de personas. Y habiendo fallado dos años antes cuando corrió el Breaking2 en Monza y terminó en 2:00:25. ¿Cuánta fe hay que tener para intentarlo de nuevo? La fe de Eliud Kipchoge en que 'no human is limited'. Y tú, ¿crees?