Peccata minuta

Handke y yo

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Joan Ollé

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Me enamoré definitivamente de Peter Handke poco antes de la muerte de Franco, cuando un joven José Luis Gómez presentó 'Gaspar' y 'El pupilo quiere ser tutor' en el pequeño pero peleón Teatre Capsa de la calle Aragó. Fue un impacto de piedra contra la sien: vi 'Gaspar' una  docena larga de veces, tomando notas en la oscuridad de la sala; 'El pupilo...' era una muda partitura de gestos que representaron soberbiamente Joan Font y Fermí Reixach a las órdenes de Gómez. Pocos años antes Ricard Salvat había estrenado, con gran polémica y revuelo, 'Insults al públic'.

Ya en 1980, la compañía La Gàbia, de Vic, dirigida por Joan Anguera,  puso en escena 'La cavalcada del Llac Constança' que, como las obras anteriormente citadas, mantenía una estrecha relación wittgensteiniana con el poder y el porqué de las palabras. Siete años más tarde, un día de Sant Esteve, me llama por teléfono Anguera y me urge: "!Agarrad el primer tren y veníos Maria y tú a Perpinyà,  y por la noche iremos a ver una película que es la hostia!", o algo así. La película era 'El cielo sobre Berlín', una colaboración  de Handke con sus 'old friends'  Wim Wenders y Bruno Ganz -!vaya trío! Si  hoy me obligasen a escoger una película entre todas, tal vez me quedaría con esta historia de ángeles, humanos y Nick Cave ladrando a lo lejos.

En 1996 tuve la fortuna de contar con una compañía tristemente irrepetible (Rosa Novell, Mercè Lleixà, Rosa Renom, Àurea Márquez, Franco di Francescantonio, Francesc Orella, Pere Arquillué...) para presentar, en el Festival Grec, 'De poble en poble', un largo y lento poema dramático, una "epopeya de lo cotidiano" en la que Handke se planteaba, entre muchos otros asuntos, la posible traición del intelectual (él) para con  la gente de a pie (sus hermanos). Si me volviesen a dar a escoger una pieza teatral posterior a 'Esperando a Godot', optaría por ésta.

Ya en 2003, una coproducción del Grec con Bitó-Temporada Alta y el Centro Dramático de Aragón nos permitió subir la calle al escenario con 'L'hora en què sabíem res l'un de l'altre', pieza en la que 18 actrices y actores sin palabras pero ataviados fregolianamente con varios centenares de pantalones, faldas, chaquetas, abrigos y zapatos deambulaban,  sin encontrarse, a la luz de un monolito diseñado por el maestro Jon Berrondo.

Suecia acaba de conceder su Nobel 2019 al gran poeta austríaco; las madres de Srebrenica se muerden los puños de impotencia al ver premiado a quien redactó el elogio fúnebre a Milosevic, el asesino de sus hijos.