Educación sexual para todas las etapas

Poner palabras a qué es adecuado en cada edad

Parece casi insultante la demagogia de la extrema derecha en contra de este tipo de medidas

Un menor, utilizando una tableta en casa

Un menor, utilizando una tableta en casa / periodico

Gemma Altell

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Por fin. Parece que se hará realidad una propuesta largamente <strong>solicitada por las personas, profesionales y activistas, </strong>que a lo largo de los años han trabajado y convivido largamente con las consecuencias de los déficits en la educación sexual en nuestro país.

La sexualidad es una parte inherente a los seres humanos en todas las etapas de nuestra vida. Forma parte de nuestro desarrollo físico y psicoemocional en todo el recorrido vital; sin embargo ha sido tratada como un tabú con las consecuencias que este enfoque provoca. Las generaciones van creciendo, sistemáticamente, una detrás de otra, sin información objetiva y acompañamiento para poner palabras a lo que vamos sintiendo en cada etapa de nuestra vida. A menudo está falta de acompañamiento educativo aboca a la adolescencia a buscar referentes allí donde los encuentra y, también a menudo, con poca capacidad crítica. Invisibilizar la sexualidad tiene, sin duda, un objetivo ideológico y nos coloca a las personas -especialmente a las mujeres- en un lugar de mayor vulnerabilidad y mayor dificultad para identificar quiénes somos y  quienes queremos ser.

Parece casi insultante la demagogia de la extrema derecha en contra de este tipo de medidas políticas que debemos necesariamente aplaudir. Es evidente que trabajar la educación sexual a partir de los tres años no tiene que ver con hablar de sexo a les tres años. Justamente se trata de hablar de la identificación de emociones, de hablar de los límites de la relación con el resto de personas de nuestro entorno, de la gestión de los afectos y de conocer nuestro cuerpo y entender sus reacciones.

Educación emocional

La educación sexual forma parte de la educación emocional y necesariamente pasa por trabajar la empatía y a la vez por escuchar las propias necesidades. Justamente trabajar en este ámbito de forma sistematizada pretende -entre otros muchos objetivos- prevenir la violencia sexual en la infancia poniendo palabras a aquello que es adecuado para cada edad desde una perspectiva evolutiva. Nuestra sexualidad no aparece, de repente, cuando se producen cambios físicos puberales. Nacemos con ella. Educar a niños y niñas para que estén preparados para conocer su cuerpo sin tabúes pero a la vez con afecto y respeto hacia una misma y hacia los/las demás es la mejor manera de llegar a una adolescencia en la que empezarán a experimentar con la sexualidad tal y como la conocemos las personas adultas.

Este déficit actual <strong>combinado con el fácil acceso al porno</strong> es el que está dificultando encontrar el propio modelo de sexualidad respetando la diversidad y la igualdad. A menudo los mismos que critican la expansión del porno en internet son los que critican la educación sexual en las escuelas. El porno no es el problema en sí mismo. El problema está en no dotar a las personas jóvenes (y no tan jóvenes) de herramientas para analizar qué es sexualidad real y qué es ficción.

Como en casi todo en la vida negar la realidad nos suele llevar al lugar oscuro de la clandestinidad y el uso mercantil descontrolado. ¿Así queremos educar a las futuras generaciones?

*Psicóloga social. Fundadora de G360.