¡Irrumpe Albert para rescatar a Rivera!

El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, en un acto electoral en Marid

El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, en un acto electoral en Marid / periodico

Gemma Robles

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Fin del veto a la "banda" del PSOE. Ciudadanos ofrecerá acuerdo a Pedro Sánchez si tras el 10-N les dieran los números, se descartase cuadrar el círculo por la izquierda y la suma de las derechas fuera quimera. Posible negociación con condiciones en el horizonte navideño, pero negociación al fin y al cabo.  Lo anunció el líder de los naranjas este sábado en un mitin, revolucionando el panorama político y los ábacos electorales. Rivera ha grabado de nuevo en la agenda de su móvil el número del presidente en funciones, por lo que pueda ocurrir. Se acabaron, parece, las cobras telefónicas y demás veleidades de los últimos tiempos que tanto reproche  interno y externo le ha valido al político catalán.

Llega ahora el enésimo giro de guión. Se trata de volver al lugar del que probablemente nunca debió salir un partido nacido con vocación centrista-liberal, desviado a un pseudoconservadurismo que no ha hecho ascos a  los ultras para tocar poder. Un dato este  de los que deja cicatriz. 

El jefe de Ciudadanos recula, por más que insista con tono mitinero en que los que cambian son los demás, e intenta recuperar el papel de bisagra planteando al PSOE futuros votos de investidura a cambio de pactos de Estado. O sea, que por convicción fluctuante o por puro pragmatismo el Albert al que echaron de menos en abril los críticos de Ciudadanos, aquellos que terminaron dando un portazo, ha vuelto para rescatar a Rivera, perdido y en caída libre entre los negros augurios de los sondeos: el de Gesop que publica EL PERIÓDICO le otorga entre 24 y 28 escaños, lejos de los 57 que cosechó la pasada primavera aprovechando el desnorte del PP de Pablo Casado, hoy más afianzado.

Catalunya de fondo

Pero la cúpula naranja, aficionada a mirar encuestas y leer con fe los estudios cualitativos, tiene mucho que espabilar si quiere remontar vuelo. Y sumar con alguien. La inminente sentencia del 1-O, el ruido que está provocando ya antes de ser dictada y el estruendo que sin duda la rodeará una vez sea  pública podría impulsar a Cs, a priori. Especialmente fuera de Catalunya. Pero el viraje que a su vez han emprendido Sánchez y los suyos, con un pie en  La Moncloa y otro en suelo electoral, le resta territorio en el que crecer.

Los  socialistas han endurecido su discurso frente al independentismo porque, todo hay que decirlo, los independentistas se lo han puesto en bandeja con unos llamamientos a la desobediencia a los que han querido dar pátina institucional en el Parlament. Otra vez. Si a eso se le suman otros factores como una operación contra una parte de los CDR avalada por la Audiencia Nacional, con sustancias explosivas de por medio y mucha polémica política en sus costados a raíz de las condenas o no condenas y las presunciones de inocencia, se entiende todo un poquito mejor.

El PSOE sube decibelios desde el Gobierno en funciones y los atriles electorales y mira al centro. El escenario  por la izquierda es complicado. Pablo Iglesias está herido tras fracasar su órdago por la coalición y pensar en que pacte en unos meses además de con socialistas con Iñigo Errejón es... pues eso, complicado. Y en medio de este enredo intenta resucitar Rivera. O Albert.