TRIBUNA

El sueldo de los médicos

La retribución es, sin duda, una condición de 'higiene', pero no puede ser nunca 'la motivación'

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television serie emergencies tv3 episodio 1 médicos y enfermeras 160917154334 / El Periodico

Guillem López Casasnovas

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Hace pocos días Medscape publicaba un informe sobre percepciones de las retribuciones salariales y tareas asumidas por los profesionales sanitarios de seis países diferentes, entre los que está el nuestro. Destaca el trabajo (*) que los profesionales españoles ganan una quinta parte que los americanos -EEUU-, poco más de una tercera parte que los alemanes, menos de la mitad que los del Reino Unido y un 60% que los colegas franceses. De la lista, solo Brasil y México están por debajo.

Al margen de los ajustes por capacidad de compra de estas retribuciones, cabe decir que la inversión a cargo de uno mismo para alcanzar los grados es bastante diferente; por ejemplo, en EEUU es totalmente individual y en España fuertemente subsidiada. Pero ¿justifica esto estas diferencias?

En España solo un 13% de los médicos especialistas consideran que la retribución es justa (16% los de primaria). Ningún país, ni siquiera Brasil o México, tienen porcentajes tan bajos. En media, su valoración positiva triplica las nuestras.

Las cosas cambian cuando se pide cuánto tiempo (horas por semana), en términos medios, los médicos ven pacientes. En atención primaria claramente ganan, y con mucho, los franceses (profesionales liberales por excelencia. En general, quien menos horas hace ocupa 33 (las mujeres sistemáticamente hacen un 10% menos).

España no ofrece datos sobre esta cuestión, pero la ficha local da que autodeclaran no menos de 40 horas contratadas de las que una media de 13 horas identifican como horas dedicadas a cuestiones burocráticas y administrativas. Destaca que una tercera parte de los médicos apuntan a que el reto principal de su trabajo es que 'deben trabajar muchas horas'. Si ajustamos por la proporción de respuestas femeninas, dicen que les preocupan, sobre todo, los 'excesivos horarios' (más que el doble de los estadounidenses, siendo horarios solo superados por los pluriempleados brasileños).

Algo no es correcto en todas estas percepciones. El convencimiento de que cobran poco parece estar afectando a la actividad asistencial, ya directamente o a través de la dedicación efectiva de aquellos que pueden aprovechar la compatibilidad público-privada.  

La retribución por hora de actividad, por otra parte, parece que debería discriminar entre actividad que se pueda considerar asistencial y la que ellos llaman 'burocrática', dado que es diferente su valor. El sentimiento de que en estas condiciones no dan abasto y se sienten 'quemados' requiere posiblemente una redefinición de plantillas (para saber quién debe hacer qué) y de carrera profesional (como orientar la actividad cuando los médicos se hacen mayores).

A este desánimo puede contribuir también la velocidad en el avance de los nuevos tratamientos, que puede parecer que deja obsoletos incluso a los que se consideraban más capaces, y confina a los médicos de primaria a un papel médico social antropológico que los aleja del futuro supuestamente de la nueva medicina.

Son todos estos demasiados factores para que el análisis económico, las políticas de incentivos y de la gestión de los humanos con recursos no digan cada vez más la suya. Y sin olvidar que en el trabajo en la sanidad pública debe confluir un fuerte elemento motivacional no extrínseco (el dinero), no vinculado a los costes de oportunidad (lo que se ganaría en la privada o en la sanidad de otros países).

Mayormente, debe proceder de un incentivo intrínseco (de servicio a la comunidad), reputacional y de estima, disfrutando de la posibilidad de enriquecer el capital humano y los conocimientos propios, con el trabajo conjunto desde la colaboración y no la competencia con otros colegas. La retribución es, sin duda, una condición 'de higiene', se dice; pero no puede ser nunca 'la motivación'. En nuestro país, al menos, no es obligatorio trabajar en el sistema público de salud, a pesar de los beneficios de la inversión en formación recibida.