Zona de bajas emisiones
Explicar antes de aplicar
Las administraciones tienen que hacer un esfuerzo para prevenir a la población, informar de posibles ayudas y alternativas y evitar que la restricción de vehículos contaminantes se tenga que descafeinar o prorrogar
Los mecánicos de los talleres se han convertido en los máximos impulsores de la Zona de Bajas Emisiones. En estos garajes y ante facturas astronómicas es donde muchos conductores se dan cuenta de que tienen que cambiar sus vehículos viejos y contaminantes. No les merece la pena pagar un dinero por un coche o moto que a partir de enero no podrá circular por Barcelona.
Sospecho que buena parte de los propietarios de los 50.000 vehículos afectados viven en la feliz ignorancia. Hay demasiada calma teniendo en cuenta lo que implica esta medida, que toca el bolsillo y obliga a cambiar hábitos a mucha gente. Como pasa con las 'malas noticias', hay quien debe estar esperando que en el último momento se haga marcha atrás, pero en este caso nada tendría que hacer cambiar los planes. La Zona de Bajas Emisiones es una buena idea, sobre todo porque es una medida de aplicación inmediata, pero se explica en voz baja, sin hacer mucho ruido para no molestar antes de tiempo a quien no le va a gustar.
Se necesita una contundente campaña de comunicación. Cambiarse el coche no es tan fácil como comprar una T-10. Las administraciones tienen que hacer un esfuerzo para prevenir a la población, informar de posibles ayudas y alternativas y evitar que la restricción de vehículos contaminantes se tenga que descafeinar o prorrogar todavía más porque la población no está preparada. No tendría que haber excusas. Ni para los gobiernos por no aplicarla, ni para los ciudadanos por no cumplirla. Hay que evitar lo que pasó con la primera 'superilla' hace tres años. Los conductores toparon con ella. Las pancartas a favor y en contra llenaron los balcones del Poblenou, los comerciantes se echaron las manos a la cabeza y la imagen de máximo despropósito fue la de un bus de TMB pasando por donde no debía.
Iniciativa incuestionable
Las 'superilles' se interpretaron como un “capricho de Colau” y un castigo para vecinos y taxistas; algunos todavía las ven como un agujero negro de donde no podrás salir jamás. Lo que entonces fue una crisis de gobierno ahora es una iniciativa incuestionable. Las 'superilles' están llenas de gente, en ellas se camina y se respira mejor y la emergencia climática las justifica. El problema no era el concepto sino la nula información que se dio. No se había explicado suficientemente ni cómo se harían, ni los motivos por los cuales se creaban. El tiempo ha dado la razón a las 'superilles' y el tiempo dará la razón a la Zona de Bajas Emisiones, pero la información previa y una pizca más de convencimiento por parte de los gobiernos podría acelerarlo todo un poco.
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