Vigilias tensas

¿Cómo será el día de la sentencia? ¿Y cómo la conoceremos? ¿El día anterior habrá rumores, como los de ahora, tan intensos? ¿Nos dirán que al día siguiente sabremos el contenido del fallo que marcará no solo la vida de los presos, sino nuestra propia vida y la del país? Algunos dicen que será pública, es decir, leída; en directo, supongo. Por el tono, por la cara del juez, por las primeras frases, ya podríamos intuir por donde irán los tiros. ¿Qué hacer? ¿Habrá gente que ya saldrá a la calle en previsión del golpe, en el primer indicio de condena? No importarán, en un primer momento, los detalles sino los años. Y entonces la losa que caerá será de un peso insospechado, impredecible. ¿Y si resulta que el día antes hay filtraciones - no sería tan raro, ¿verdad? - y ya sabemos la sentencia antes de la sentencia? ¿Y si, mientras los abogados están escuchando a Marchena, alguien sale de la sala y proclama a los cuatro vientos la resolución judicial?

¿Qué hace el juez estos días? ¿Acabar de redactarla? ¿Se prepara, como un actor el día del estreno, con ejercicios vocales? Son días inciertos, vísperas tensas de la semana que -lo diremos al cabo de los años- vivimos peligrosamente.