ANÁLISIS

El Barça que viene, el de los futbolistas

En la lejanía se empieza a dibujar la nueva utopía blaugrana: un Barça de los jugadores

Josep Maria Bartomeu, en una entrevista reciente en BarçaTV.

Josep Maria Bartomeu, en una entrevista reciente en BarçaTV. / periodico

Emilio Pérez de Rozas

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Igual no hubiese tenido, eso es cierto, el impacto que ha tenido el artículo de Xavier Bosch, pero Josep Maria Bartomeu, presidente del Barça, perdió una oportunidad única de pedirme que escribiera ese texto. Bueno, a trozos, a pedazos, a pinceladas, ya lo he escrito ya, pues soy de los pocos que piensan que hace ya mucho tiempo que los futbolistas se han adueñado del club y que, como le dijo el Tata Martino a Leo Messi un día, “tampoco hace falta que me lo demuestre cada día”.

Bartomeu, que, como el club, se portó maravillosamente bien (y siguen haciéndolo) al fallecer mi hermano Carlos, me hubiese podido pedir lo que hubiera querido porque yo, y él lo sabe, no soy un periodista vendido, soy un periodista regalado. Hay que querer hacer mucho daño, hay que ser un ‘ser superior’, hay que ser más, mucho más, para llegar a decir que el magnífico (y cierto, y real, y contundente: ese es el daño, amigos) artículo de Bosch relatando como el vestuario ha terminado adueñándose del Barça, está escrito al dictado de la directiva, de Barto y que el socio nº 14.963 solo puso la firma.

Palada sobre la tumba

Solo alguien capaz de hacer eso, es decir, comprar, pagar, disuadir, compincharse, agradar a un periodista, puede decir eso. Si Piqué piensa que nosotros somos fáciles de complacer, de contentar e, incluso, capaces de poner nuestra firma en algo que no hemos escrito, es porque él, digo, seguro, lo ha logrado más de una vez. Solo con conocimiento de causa, se puede ofender de esa manera a alguien como Xavier Bosch, que no ha escrito ni más ni menos lo que otros han (hemos) ido escribiendo poco a poco. La ventaja del socio nº 14.963 es que juntó todos los logros del vestuario de la última década, como poco.

Y no es como cree Piqué que solo haya un escritor-periodista o un periódico deportivo que piense eso. Hay miles de socios y, sí, unos cuantos directores de medios que lo piensan. Ha habido, incluso, un director que, el pasado 16 de junio, escribió: "…quizás, por ello, en la lejanía se empieza a dibujar la nueva utopía blaugrana: un Barça de los jugadores, con Piqué de presidente, Valdés o Iniesta en el fútbol base, Xavi Hernández de entrenador y Carles Puyol, de secretario técnico”. Ese mismo director, ese mismo diario, titulaba el 10 de mayo un artículo, “el excesivo poder de los jugadores”, que empezaba a ser “altamente perjudicial para la entidad”. “Tal vez tengamos la culpa nosotros porque tendemos a hiperalabarlos en la victoria y a protegerlos en la derrota”.

Los futbolistas, especialmente las grandes estrellas del Barça, se han convertido en sus propias agencias de información y, en ese sentido, es posible que Piqué haya sido el más sabido a la hora de echar la primera palada sobre nuestra tumba. Piqué tiene sus propios medios de comunicación (productora televisiva incluida para hacer negocio, incluso, con el feo que Griezmann le hizo al Barça) y, por supuesto, capaz de criticar abiertamente la desafortunada gira de este verano, en la que estuvo implicado él o su gran amigo de Rakuten, patrocinador de alguno de esos desplazamientos que han impedido ponerse en forma a los jugadores del Barça. Pero, eso sí, Rakuten también paga la Copa Davis de Piqué, también.

Con buenos ojos

Pendientes los periodistas del twitter, instagram y facebook de Piqué, monopolizada toda la información a través de las redes sociales del vestuario y el club, asustada la junta directiva azulgrana por el que dirán y harán (los futbolistas), a los futbolistas solo les queda ganar. Y, cuando no ganan o les pintan la cara en San Mamés, Pamplona y Granada, hay que lanzar la proclama de “veríamos con buenos ojos” que no se nos tocase las narices.

Y eso, Piqué lo hace como nadie, pues va sobrado de todo y parece el líder de ese proyecto, en la línea del Bayern de Múnich, que colocará a los futbolistas, que son los que más saben de fútbol (ahí están los hermanos Messi apadrinando a Ansu Fati), en el sillón que ahora ocupan tipos que solo se dedican a escribir artículos para que los firmen otros.