IDEAS

Pésimas noticias

El Museu Nacional d'Art de Catalunya (MNAC), en una imagen de archivo.

El Museu Nacional d'Art de Catalunya (MNAC), en una imagen de archivo. / periodico

Xavier Bru de Sala

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Pésimas para todos, menos para quienes defienden, sin pensarlo ni creérselo, que la cultura se desplegaría con todos sus esplendores al dejar de contar con el apoyo de los poderes públicos. Si dispusiéramos del modelo americano, donde las administraciones aportan, no sólo vía incentivos y exenciones fiscales, si es necesario con cifras astronómicas, sino mediante ayudas directas, podríamos discutir sobre teorías. Pero no es el caso. En la mayoría de sectores, la dependencia de los presupuestos públicos es imprescindible para sobrevivir. Dependencia creciente, aportaciones bajo mínimos y, salvo la excepción del consistorio barcelonés, menguantes.

A las desinversiones constantes de Madrid en Cultura, se añaden en vez de compensarlas las de la Generalitat

La mala noticia es que, a las desinversiones constantes de Madrid, se añaden en vez de compensarlas las de la Generalitat. Peor aun es que el bajón previsto en los presupuestos que prepara el vicepresidente Aragonès no alcanza ni la categoría de noticia. Llegamos así, escalón descendido tras escalón, al grado pésimo de la realidad al constatar la mansedumbre conformista de los culturalistas, de manera especial de los que defienden Catalunya desde la cultura pero abdican de defender la cultura desde el catalanismo. Unos pasan de levantar el dedo porque parten de la base, asimismo errónea, según la cual nada que provenga de la Generalitat les puede afectar en positivo. Los otros piensan que cualquier crítica al Gobierno de Quim Torra, presidido pero no dirigido ni de lejos por él, y el descenso en el presupuesto es la mejor prueba, contribuirá a la desorientación, y quien sabe si a la derrota final, del independentismo.

Por primera vez pues la cultura catalana abandona, no sólo el espíritu combativo secular marca de la casa, sino el más elemental sentido crítico de la tradición europea. Más que pésimo, 'impeorable' panorama, no tanto para un sector ya muy castigado, que pasa de delgado a escuálido, sino por el país, porque al final, como al principio, la cultura constituye los cimientos y se manifiesta, también y a la vista de todos, en los ornamentos.