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Ojalá más películas defectuosas

Seth Rogen y James Franco, en un fotograma de 'Zeroville'

Seth Rogen y James Franco, en un fotograma de 'Zeroville'

Desirée de Fez

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Me cuesta tanto entender el rechazo hacia las películas imperfectas como la acogida en exceso entusiasta de las que no tienen errores evidentes pero hemos visto mil veces. Pero en 2019 me preocupa más lo primero que lo segundo. Lo segundo tiene cierto sentido. En estos tiempos de fórmula y repetición, por pura supervivencia vale más encariñarse con esas réplicas que cogerles manía. Pero, justo por esto, la pereza con la que suelen recibirse las películas defectuosas debería desactivarse.

Me llama la atención que el umbral de aceptación de lo corriente sea tan generoso y, en cambio, el de tolerancia a lo fallido sea tan estrecho

Por películas defectuosas no me refiero a despropósitos más o menos objetivos (aunque no hay en el mundo película sin fan), me refiero a propuestas que se tuercen, que patinan, que se derrumban, que se quedan en la promesa, que rozan el desastre… Pero a las que, precisamente, si les pasa eso es porque prueban cosas y no se duermen en las convenciones.

La última vez que tuve la sensación de estar ante una película así fue hace unos días en el festival de San Sebastián. Vi 'Zeroville', la adaptación de la novela de Steve Erickson dirigida por James Franco. Es una película descuajaringada (y consciente de ello), incapaz de concentrarse en un tono, formalmente anárquica y absolutamente ambigua en su retrato de la misma época que retrata Tarantino en 'Érase una vez en… Hollywood'. Es imposible saber si rinde tributo a Hollywood o si es una broma a costa de sus vicios, si es un homenaje o una sátira de la cinefilia más vieja, si va en serio o es una parodia. Pero sentí que, a su modo, esa telaraña de contradicciones era valiosa por rebelde, por extraña, por lanzar un montón de ideas que no encuentro en tantas películas (en teoría) notables y, encima, hacerlo contra un muro. Es como si a James Franco no le preocupara boicotear sus ocurrencias antes de que cojan peso.

'Zeroville' no ha gustado demasiado. Ha gustado más bien poco. Y, aunque es obvio que una película así no quiere agradar a todo el mundo, me llama la atención que el umbral de aceptación de lo corriente sea tan generoso y, en cambio, el de tolerancia a lo fallido sea tan estrecho. Básicamente porque suelen salir cosas más estimulantes del ensayo y error que del hábito.

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