Un frente común cultural

Si la oferta de una librería se tiene que diversificar, deberíamos acudir a los sectores que nos son afines: las artes escénicas, la música, el cine, el arte

Ambiente pre-Sant Jordi en la librería Calders, en el barrio de Sant Antoni, la mañana del lunes de Pascua.

Ambiente pre-Sant Jordi en la librería Calders, en el barrio de Sant Antoni, la mañana del lunes de Pascua. / periodico

Isabel Sucunza

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La vida de un librero transcurre la mayor parte del día entre las cuatro paredes de la librería trabajando con un material que va mucho más allá de ese espacio físico y de ese tiempo concreto. Si nosotros trabajamos en un momento y en un espacio determinados, el resultado inmaterial de nuestro trabajo se expande en la definición de un mapa, cultural, en nuestro caso, mucho más amplio. Esto que digo suena pretencioso, pero es verdad; igual que sería verdad si lo dijera un trabajador de una fábrica de coches, de un vivero municipal o de una clínica veterinaria.

Jorge Carrión lleva tiempo explicándonos el mapa global de las librerías. Lo hizo en su libro 'Librerías', lo seguía haciendo hasta esta misma semana con los artículos que firmaba en la edición en español del 'New York Times' y lo seguirá haciendo, estoy convencida, en los distintos medios en los que colabora.

A los libreros nos sirven de mucho los artículos de Jorge Carrión. Cuando se trabaja en algo de cerca, es fácil perder la perspectiva y, para nosotros que pasamos muchas horas encerrados inventándonos maneras de rentabilizar el negocio, no tener esta visión global del sector nos llevaría a caer una y otra vez en errores que comportarían la pérdida de nuestro objetivo principal: la venta de libros.

Hace unos días, mientras leía su último artículo en el 'NYT', en el que explicaba qué se inventan algunas librerías del mundo para sobrevivir (alquilar espacios para pasar la noche, acoger bodas y otras ceremonias sociales...), pensaba que poner camas era cosa de hoteles y montar fiestas era cosa de bares y restaurantes; que si la oferta de una librería se tiene que diversificar, antes de recurrir a recursos más propios de otros sectores, deberíamos acudir a los sectores que nos son afines: las artes escénicas, la música, el cine, el arte... dándoles el estatus no de secciones, eso ya lo hacemos, sino de contenido primordial, igual que hacemos con la literatura.

Hacer una especie de frente común cultural, con los libros (las librerías y las bibliotecas) en el centro: eso es lo que creo que hace falta conseguir.