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Maestros sin trabajo

Ryan Gosling, en una imagen promocional de 'Blade runner 2049'.

Ryan Gosling, en una imagen promocional de 'Blade runner 2049'. / periodico

Desirée de Fez

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¿Corren peligro los valores artísticos del cine contemporáneo? ¿Y los cineastas lejos de la figura del mercenario? Hace unos días, 'IndieWire' publicó un artículo en el que dos prestigiosos directores de fotografía expresaban sus dificultades para encontrar proyectos en los que trabajar, o en los que trabajar en las condiciones adecuadas. Aunque parezca mentira, uno de ellos era Roger Deakins, ganador del Oscar por 'Blade Runner 2049' (2017) y nominado en otras trece ocasiones. La otra era Rachel Morrison, directora de fotografía de 'Black Panther' (2018), del drama racial 'Mundbound' (2017) o de 'Seberg' (2019), que se proyecta estos días en el festival de San Sebastián.

Los cambios radicales en la producción de cine llevan a la desaparición de las películas de presupuesto medio

Dicho así, puede sonar engañoso. No es que nadie se acuerde de ellos. Lo que tanto Deakins como Morrison explicaban es que los cambios evidentes y radicales en la producción de cine tenían consecuencias directas sobre ellos al suponer la paulatina desaparición del tipo de películas en las que se sienten más cómodos, en las que pueden ejercer su profesión en las condiciones idóneas. Se referían a las películas de presupuesto medio, aquellas que deberían ocupar un espacio entre las producciones grandes de estudio (donde el trabajo del cineasta está demasiado condicionado por las dimensiones del proyecto) y los filmes de bajo presupuesto (a los que, hasta gustándoles, a veces dicen que no porque no les llega el dinero para hacer bien su trabajo). Morrison Deakins disparan el tema desde dentro, pero es innegable que esa preocupación reverbera, o debería hacerlo, en el espectador.

En estas columnas he expresado muchas veces mi inquietud ante un cine hecho cada vez con más prisas, en gran medida para inflar catálogos. Muchas de esas películas dan el pego, pero si miras con atención detectas rápido que todo luce barato, a medio hacer y sin alma. Saber que no es un problema de percepción, que cineastas de ese calibre comparten esa inquietud ante un cine que pasa de un polo a otro saltándose la franja a menudo más interesante (la de las películas con más potencial para el relato y las imágenes), es realmente frustrante.