La situación económica

La princesa está triste

Las políticas económicas acomodaticias pueden trasladar a mañana los problemas de hoy

El presidente del Banco central Europeo, Mario Draghi.

El presidente del Banco central Europeo, Mario Draghi. / periodico

Guillem López Casasnovas

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¿Qué tendrá la princesa? Marcha Dragui y lo hace entristecido. No tiene hoy Europa la crisis fuera del horizonte. El nerviosismo de nuestro gobernador tampoco dice nada bueno para España. Mientras, los 'hooligans' del intervencionismo continúan pidiendo más y más compra de bonos saltando cuotas de país, extendiendo aún más la compra a la deuda comercial (qué vergüenza que la Europa de la competencia tergiverse de este modo el coste de la deuda empresarial a favor de empresas determinadas de manera opaca), más tipos negativos aún para los excesos de dinero (que presionan las cuentas de las entidades financieras a trasladar a los pacientes en forma de comisiones). Es la coartada para una política fiscal indiscriminada de coste cero para los países ya endeudados que de otro modo no podrían financiar.

Pero lo que le pasa a la princesa no está claro. Es probablemente prevención ante la posibilidad de una recesión en torno a unos escenarios que no domina. Y es que los movimientos de la economía tienen hoy, más allá de factores fundamentales, unas causas adicionales aleatorias que inciden en el 'animal spirit' que decía Keynes de los inversores, lo que reduce aún más su predictibilidad. La incertidumbre la provoca por un lado la política (la guerra comercial de Trump Xi al frente) y una economía que se mueve ajena a cierta lógica de precios de activos según rentabilidad razonable, primas de riesgo elevadas fuera de la deuda soberana, altos niveles de deuda (una invitación de nuevo al apalancamiento con tipos de interés real negativos), y una diferencia en tipo de interés a corto y largo plazo que parece que ha venido para quedarse (¡incomprensible a los ojos de muchos!). La volatilidad que todo esto genera hace así efectivamente más probable la crisis, y más difícil anticiparla, debido a los muchos desencadenamientos que concurren, fuera de control de los responsables para hacerla frente.

Políticas monetarias acomodaticias

En realidad, la economía no puede funcionar para siempre con tipo de interés real negativos penalizando el ahorro y premiando el endeudamiento. De modo que cuando los organismos internacionales hablan de la necesidad de continuar con políticas monetarias acomodaticias conviene recordar que estamos fuera de toda ortodoxia. Esto hace que la política monetaria se acomode a cada circunstancia y permite, fuera de reglas, que se den múltiples interpretaciones. No se lo deseable pero estas alturas no toca otra cosa.

En todo caso, si comienza una nueva crisis creo es probable que nos encuentre más preparados teóricamente para hacerla frente. Las respuestas prácticas, sin embargo, acaban siendo endógenas a los países, por lo que de nuevo no tenemos garantías de éxito. Necesitamos por ello más coordinación de políticas económicas (no solo la muy forzada ya hoy de los bancos centrales), y esta coordinación hoy no abunda en una globalización muy dividida donde cada uno mira por si mismo ('America first' como síntoma).

Dicho esto, la situación puede aparentar beneficiar, al menos a corto plazo, a países muy endeudados como España ('qui dia passa any empeny'), dados los bajos tipos de interés que deben pagar, ya que permite aligerar la carga financiera de la deuda. Pero al mismo tiempo puede crear un clima de irresponsabilidad fiscal que traslada a mañana alegremente los problemas de hoy, de modo que cuando la situación se normalice se vean las consecuencias, los daños colaterales de aquellos estragos.

*Catedrático de Economía (UPF).