ANÁLISIS
Emergencia y hambre en Argentina: ¿se avecina un nuevo estallido social?
Salvador Martí Puig
Catedrático de Ciencia Política de la Universitat de Girona
Salvador Martí Puig
En el pasado hablar de Argentina era hablar del granero de América Latina, de asados y de platos llenos de comida. Eran platos servidos por descendientes de migrantes (generalmente italianos y gallegos) que, después de recordar el hambre que pasaron sus ancestros, comían en demasía. Este imaginario, sin embargo, hace tiempo que se ha evaporado para dar paso a otro: el de las crisis recurrentes.
Unas crisis que, a diferencia de las de aquí, conllevan un tipo de protesta mucho más transgresora y disruptiva que las del 15-M o de los 'chalecos amarillos'. Las protestas en Argentina son rudas: los piqueteros paralizan el país cerrando carreteras y levantando barricadas, los pobladores apedrean y queman casas de políticos y sedes partidarias, los desempleados ocupan y socializan fábricas y, de vez en cuando, muchos ciudadanos se enfrentan a la Guardia Presidencial a las puertas de la Casa Rosada.
El último episodio de este tipo de crisis fue en diciembre del 2001, cuando la convertibilidad del peso-dólar se vino abajo y con ello colapsó la economía, y luego la política y la sociedad. En una semana un presidente huyó del palacio en helicóptero y posteriormente se sucedieron dos presidentes más. La gente salió a la calle diciendo "que se vayan todos" (los políticos). Después de un período de zozobra e inestabilidad llegó Néstor Kirchner en el 2003 y empezó a negociar con la galaxia de organizaciones piqueteras y asociaciones de desempleados, a los que les transfirió una notable cantidad de recursos en concepto de políticas sociales con el fin de atenuar su activismo y de contener las situaciones de miseria que había dejado la crisis. Con la muerte de Néstor y la llegada de Cristina se mantuvieron este tipo de políticas a pesar de las quejas y denuncias de la oposición, que las consideraba clientelares y rentistas. Al alcanzar Macri el poder eliminó estas políticas sin diseñar ningún tipo de medida sustitutiva.
Combinación explosiva
Macri y su Gobierno esperaban que la economía del país se dinamizara y creciera, pero no fue así. Justo lo contrario: sin las políticas asistenciales la pobreza empezó a crecer. Sin embargo, el momento crítico llegó hace un par de meses debido a la combinación de una espiral inflacionaria, una fuerte devaluación del peso, el colapso de los servicios públicos y la polarización política fruto de las últimas elecciones primarias y los próximos comicios del 27 de octubre. Todo ello ha supuesto que la indigencia se disparara y que los piqueteros salieran nuevamente a la calle, ahora con la demanda de que Congreso Nacional aprobara la ley de crisis alimentaria que permitía al Ejecutivo reasignar fondos del presupuesto hacia las áreas sociales, en particular a los comedores públicos y sociales.
Aún no podemos saber si gracias a esta nueva ley se podrá amortiguar el malestar larvado por los recortes del actual Gobierno y con ello apaciguar a los piqueteros -y otras organizaciones combativas- o si, por el contrario, es el inicio de otro estallido social.
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