Opinión | Editorial

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Burocracia contra Barcelona

El cierre de la emblemática Granja Vendrell ejemplifica cómo las estrictas ordenanzas municipales pueden ir contra los intereses de la ciudad

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El caso de la Granja Vendrell, situada en la Dreta del Eixample de Barcelona, se suma al doloroso goteo de establecimientos emblemáticos que en los últimos años han desaparecido o han estado a punto de hacerlo. La capital catalana ha vivido un cierre inclemente de comercios y locales que definían su paisaje urbano y, en consecuencia, su identidad. La mayoría bajaban la persiana por el fin de la moratoria en las rentas de alquiler antiguo y un aumento inasumible de esos alquileres con la aplicación de la ley de arrendamientos urbanos (LAU). El caso de la granja de la calle de Girona, a dos años de cumplir su centenario, es distinto. Sucede que la posibilidad de un traspaso de los actuales dueños –la tercera generación, que se jubila– choca con la suspensión en la concesión de nuevas licencias dictada por el Ayuntamiento para esta calle del Eixample.

Los futuros propietarios estarían obligados a seguir la misma línea de negocio, que les impediría por ejemplo la venta de bebidas alcohólicas que pueden consumirse en cualquier almuerzo en un bar de barrio. Parece evidente que esta limitación va en contra de la permanencia de la Granja Vendrell. De lo que se concluye que la burocracia y las estrictas ordenanzas municipales pueden llegar a ir contra los intereses de la ciudad. Queda la sensación, además, de que el celo que se emplea no se da por igual en todos los casos. La capital catalana, en definitiva, ha mutado mucho estos años y las ordenanzas precisan adecuarse a esta situación.