Nueva cita electoral

El castigo es votar lo mismo

Tras el insulto recibido de su presidente del Gobierno, el votante progresista trama una venganza a la altura de la burla

El rey Felipe VI saluda a Pedro Sánchez el pasado 6 de junio, durante la primera ronda de consultas.

El rey Felipe VI saluda a Pedro Sánchez el pasado 6 de junio, durante la primera ronda de consultas. / periodico

Matías Vallés

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Qué tiempos aquellos en que el Rey proponía a un candidato a presidente del Gobierno (art. 99.1 CE), el aspirante exponía su programa (art. 99.2 CE) y el Congreso le otorgaba su confianza (art. 99.3 CE). Hoy no sabemos si el Rey se aventurará a señalar a un presidenciable, porque tanto Rajoy como Sánchez han rechazado la propuesta regia en un gesto despectivo que debería preocupar a los obsesos de los golpes de Estado. Si el designado se atreve a encararse con la Cámara, saldrá vapuleado, hasta en siete de los últimos ocho intentos. Ante la invalidación del mecanismo constitucionalmecanismo constitucional, los primeros ministros le son nombrados a este monarca por la espalda de una moción de censura.

La novedad de esta temporada otoño-invierno es traicionar a las urnas. En aplicación del mandato brechtiano de disolver al pueblo en lugar de liquidar al Gobierno, el presidente en funciones reprochó el pasado martes a sus conciudadanos que votaran mal, y les anunció que serán condenados a volver al colegio electoral hasta que aprendancolegio electoral. La conclusión es que los españoles no saben gobernarse, una delicia simultánea para los entusiastas de la leyenda negra y del franquismo. La derecha vota, la izquierda se toma el voto demasiado en serio.

Tras el insulto recibido de su presidente del Gobierno, el votante progresista concienciado y concienzudo trama una venganza a la altura de la burla. La primera tentación es emigrar a siglas menos inhóspitas, o quedarse en casa con Netflix el 10-N. Sin embargo, el auténtico voto de castigo consiste en votar exactamente lo mismo que en abril, y confiar en que el resto de la multitud se comporte de igual modo. No por refugiarse en el ignaciano “en tiempos de desolación, nunca hacer mudanza”, sino para demostrar a los candidatos repetidos quién manda aquí. Los primeros indicios estadísticos sobre la anulación de los trasvases de sufragios apuntan a un reparto de escaños similar al vigente. Este calco no solo restauraría la democracia violentada, sino que dejaría en evidencia a los autores del desfalco.