MIRADOR

Querido abstencionista

Sólo quería recordarte que, asumiendo todas esas pegas, aquellas razones que te llevaron a votar en abril probablemente seguirán vigentes en noviembre

Urnas preparadas en un colegio de Barcelona, este miércoles.

Urnas preparadas en un colegio de Barcelona, este miércoles. / periodico

José Luis Sastre

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Querido abstencionista:

Quizá te extrañe esta carta, pero ahora que les ha dado por recuperar el género conviene guardar la costumbre. Por carta se dicen las cosas que no caben en un tuit ni en un mensaje y a veces llega uno al fondo de las cosas. Tiene sentido por eso que la gente haya abandonado las cartas: porque las cosas han perdido el fondo. Las políticas, digo. Cuentan que todo ha quedado en manos de estrategas que saben de tele y de baile, de frases cortas, y lo que antes era ideología resultó suplantado primero por las banderas y luego por el ego, de manera que anticipa mejor la realidad un psicoanalista que un politólogo. 

Remitir una carta es, al cabo, un gesto de rebeldía, lo que explica que Albert Rivera se decidiera a escribirle una a Pedro Sánchez: se estaba rebelando contra lo que él era, contra todas las veces que prometió negarle la abstención al PSOE hasta que, finalmente, se la ofreció. Rivera es un rebelde de sí mismo.

Pero no es eso; yo te escribía por otra razón. Desde que se anunció la repetición electoral, los expertos avisan de la abstención que viene y, en ese campo, expertos somos todos: basta con darse un paseo para adivinar el ambiente. Si cito a los expertos es porque los políticos apenas pasean y necesitan de los números para interpretar la realidad que pretenden gobernar. Viene la abstención, dicen, como si fuera un fantasma o el invierno de Juego de Tronos. La vez que se repitieron las elecciones no fue el fenómeno para tanto (del 73% de participación en 2015 al 69% en 2016), pero es evidente que el riesgo ha crecido porque todos los argumentos que usaron antes para llamar al voto (aquello del miedo a la extrema derecha, por ejemplo) sonarán a excusas que ya nos contaron, recursos de los que gustan de las frases cortas. Milongas, vaya.

Es verdad, son excusas que utilizan con un interés burdo y superficial, sin intención de ir al fondo de nada. Y, sin embargo, existen. Siguen ahí. Ha tardado muy poco Vox en demostrar que permanece en las instituciones, aun al precio del bochornoso número frente al Ayuntamiento de Madrid. Pero ese bochorno es, a la vez, un recordatorio: están dispuestos si hace falta a reclamar protagonismo tras el asesinato de otra mujer delante de sus hijos. No sólo están ahí, sino que son decisivos en la alianza entre PP y Ciudadanos que Rivera no tardaría "ni un mes" en reproducir en el Congreso. 

Hay mil motivos para no ir a votar el 10-N, porque se ha demostrado su incapacidad manifiesta, su interés de corto plazo. Se ha demostrado el poco empeño en impedir este escenario y su aversión por la autocrítica, empezando por Sánchez. En el fondo, sólo quería recordarte que, asumiendo todas esas pegas, aquellas razones que te llevaron a votar en abril probablemente seguirán vigentes en noviembre. Su negligencia no debería contestarse con la indiferencia, sino al revés: con mayor participación incluso, con un intento de hacerles ver que estamos más dispuestos que nunca a que no nos den por vencidos y a administrar el voto, llegado el caso, como un mecanismo de castigo.

Un abrazo.