Trabajo sexual

Ser o no ser prostituta, esa es la cuestión

Ni vale debatirlo todo bajo el mantra de la libertad de expresión ni todos los trabajos son igual de dignos

EN LA CALZADA Dos prostitutas, el viernes pasado en la N-340.

EN LA CALZADA Dos prostitutas, el viernes pasado en la N-340.

Carmen Domingo

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Hace unos días, como reacción a unas jornadas sobre el trabajo sexual convocadas en la Universidad de A Coruña -luego las anularon-, la prostitución ha vuelto a ser tema de debate. La prostitución, estaremos de acuerdo, es unas de las formas más ruines y mezquinas de comercialización del cuerpo de una mujer -indefensa, explotada y oprimida- que existen. No lo digo yo, ya lo decía Flora Tristán en el siglo XIX: "La prostitución es la más horrible de las aflicciones producidas por la distribución desigual de los bienes del mundo", y lo dice el feminismo

Pues bien, no opinan lo mismo en dicha universidad, y parece que querían ofrecer posibilidades laborales a sus alumnas, y amparándose en que es "un centro de libre circulación de ideas, foro natural para el debate, libre de censuras y prohibiciones" defendieron que se trataba de un debate intelectual. No hubo acto, como digo, pero se multiplicaron los comentarios en medios de comunicación y redes

Las defensoras de la prostitución afirmaban que impedirlo era un ataque a la libertad de expresión y de cátedra. No entraré a discutirles, como no entraría a responder si Palestina tiene derecho -que lo tiene- a ser un país; ni a si ser de determinada raza te hace mejor o peor -que no-. Todos ellos supongo posibles debates en la universidad al hilo de la libertad de expresión. Las feministas, eternas defensoras de la abolición, ironizaban preguntándose ¿en qué epígrafe del Estatuto de Trabajador entrarían los actos sexuales?, porque eso implicaría incurrir en el delito de legalizar al proxeneta que se aprovecha de las mujeresproxeneta.

Quizá este debate no hubiera tenido lugar si, principalmente desde los centros públicos, empezaran a plantearse que bajo el mantra de la libertad de expresión no todo vale, como no todos los trabajos son igual de dignos, porque en caso contrario -y legalizada la prostitución-, lo próximo sería unas jornadas para reivindicar el pago de horas extras tras una violación, o el impago de una deuda comercial si violas a una prostituta.