Historia de Catalunya

¿Por qué no existe una biografía canónica de Companys?

Los historiadores sostienen que la figura de presidente mártir que ha cuajado en buena parte del imaginario colectivo catalán dificulta todavía una investigación aquilatada de su trayectoria

Ilustración de Monra

Ilustración de Monra / periodico

Andreu Claret

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Como Companys iba a tener cierto relieve en mi última novela, antes de empezar a escribirla leí los últimos libros publicados sobre él. Mis lecturas previas eran las de mi generación: desde el ensayo biográfico más temprano, del demócrata-cristiano Osorio y Gallardo, su abogado en el juicio por los hechos del 6 de octubre del 34, hasta las investigaciones de Josep Benet sobre su exilio y fusilamiento en octubre de 1940, pasando por las aportaciones de Domènec de Bellmunt, Joan Llarch y Josep M. Poblet, de factura hagiográfica. Libros dominados todos ellos por el último episodio de la vida de presidente catalán tras su detención por la Gestapo en la Bretaña y marcados por la entereza con la que afrontó el pelotón de ejecución en el foso del castillo de Montjuïc.

Los historiadores sostienen que la figura de presidente mártir que ha cuajado en buena parte del imaginario colectivo catalán dificulta todavía una investigación aquilatada de su trayectoria. Companys tiene incondicionales categóricos y detractores feroces pero pocos estudiosos ecuánimes, aunque se han publicado libros de indudable interés sobre él en los últimos años. Entre otros, el de Enric Ucelay-Da Cal y Arnau González i Vilalta (‘Contra Companys, 1936’), que se adentra en el complot que sufrió por parte de destacados políticos de Estat Català y su partido que le acusaban de títere de la CNT y de falta de temple nacionalista. O el de Martín Ramos, que cita ácidas críticas de Tarradellas a Companys. También hay memorias (las de Hurtado, demoledoras, o las de Trueta i Broggi, más amables) que nos acercan a la complejidad del personaje, acrecentada por sus arrebatos, pero no hay ninguna biografía definitiva, como la que tienen Azaña (Santos Juliá) o Negrín (Enrique Moradiellos), los otros dos grandes protagonistas civiles de la guerra.

Trágica y épica muerte

¿Por qué no existe una biografía concluyente de Lluís Companys? Una semblanza que determine su responsabilidad en los hechos que vivió, en particular la actuación de los ‘incontrolados’ que sembraron el terror durante los primeros meses de la guerra. Un texto equilibrado que relate aciertos y errores. La respuesta está, probablemente, en que su trágica y épica muerte le dejó fuera del alcance de los historiadores.

Es una lástima, porque su vida, dilatada, presenta episodios edificantes y otros controvertidos. Desde muy joven, Companys se acercó a la causa obrera, en los tiempos de los pistoleros que asesinaron a sus amigos Francesc Layret y Salvador Seguí, el ‘Noi del Sucre’. En 1936, supo negociar con los que tenían el poder en la calle y en las fábricas para hacer frente a la sublevación. Es cierto que no frenó las exacciones cometidas por la FAI y otras fuerzas republicanas hasta entrado el año 37, pero también lo es que facilitó la salida al extranjero de miles de catalanes perseguidos por las milicias.

Lluís Companys lo fue todo. Concejal de Barcelona por el Raval y alcalde, gobernador civil, diputado a Cortes por Sabadell, presidente del Parlament y… ministro de Marina durante tres meses, poco antes de declarar el Estado catalán sin ser independentista. Acudió a la Monumental de Madrid, en plena guerra civil, para gritar ‘¡Madrileños, Catalunya os ama!’ y luego no supo, o no pudo, mantener una relación fructífera con Largo Caballero y Negrín. Es más, en 1938, envió a Batista i Roca a Londres a tantear una ilusoria ‘paz catalana’ con los ingleses. Su vida personal también está hecha de luces y sombras. Desde su pasión por Lluïset, su hijo enfermo del que no pudo despedirse cuando le detuvo la Gestapo, hasta sus líos de faldas, proverbiales, pero no más que los de otros prohombres de la época, como los del presidente del Parlament, Joan Casanovas, o los de Cambó.

Sorprende que nadie, que yo sepa, esté trabajando en una biografía canónica. El próximo 15 de octubre se cumplirán 79 años de su muerte, tiempo suficiente para decantar la leyenda de la realidad. No hacerlo sigue alimentado el mito pero también las fobias de quienes le consideran, injustamente, responsable de todos los males que sufrió la retaguardia catalana durante la guerra. Los historiadores tienen hoy material sobrado para interpretar su papel en la historia contemporánea de Catalunya. Y para explicar por qué, al empezar el exilio, Companys era un hombre aislado, ninguneado por casi todos. Empezando por muchos de los suyos, que le apodaban despectivamente ‘El Pajaritu’. Hasta que Franco lo mandó fusilarFranco , encumbrándolo en el altar de los mártires e impidiendo que alguien se haya atrevido, hasta hoy, con su biografía.