Opinión | Editorial

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Menos coches, más calidad del aire

La Zona de Bajas Emisiones y las medidas complementarias en el área de Barcelona son un avance vital contra la polución

Con el lema ‘Comencem a respirar tranquils’, los responsables del Ayuntamiento de Barcelona, el Área Metropolitana de Barcelona y la Generalitat han presentado la propuesta de la ordenanza que deberá aprobar el consistorio el mes de diciembre y que servirá para definir los límites de la Zona de Bajas Emisiones (ZBE), un área de más de 95 kilómetros cuadrados (20 veces más que Madrid Central), perimetrada por las rondas y que también incidirá en los municipios de L’Hospitalet, Cornellà, Sant Adrià i Esplugues. Como se han encargado de anunciar la alcaldesa Ada Colau y el ‘conseller’ Damià Calvet, la medida representa un hito histórico, «un punto de inflexión» y «un nuevo paradigma», por cuanto ha de afectar a unos 50.000 vehículos diariamente, que en el 2024 significará el 23% del parque móvil que hoy se desplaza en esta zona. La reducción de gases contaminantes está prevista en un 30%, con lo cual no solamente se modificarán en positivo los parámetros previstos por la Unión Europea y la Organización Mundial de la Salud, sino que la población disfrutará de una mayor calidad del aire.

A finales del 2017 ya se implantó la prohibición temporal para los vehículos sin etiqueta ambiental de la DGT (turismos de gasolina matriculados antes del 2000 y de diésel, antes del 2006; y furgonetas en uso desde 1994), pero solo en episodios de elevada contaminación atmosférica. Después del periodo informativo, a partir del 1 de enero del 2020, la prohibición será permanente, de lunes a viernes, de siete de la mañana a ocho de la tarde, con la salvedad de un año de moratoria para los vehículos profesionales de transporte de mercancías y personas, y con la introducción de sanciones (con multas que pueden llegar a los 1.800 euros) a partir del mes de abril.

En el marco del Plan de Movilidad Urbana, estas medidas se han de complementar con un aumento de la red de transportes públicos sostenibles, párkings disuasorios, instauración de más superislas, la finalización de la línea L-9 de metro, y el encarecimiento del aparcamiento en superficie. Todo ello, ciertamente, responde a una voluntad decidida de lucha a favor del medioambiente cuya efectividad tendrá que ir calibrándose día a día. Es un paso importante, que ha de repercutir en una mayor calidad de vida para el ciudadano. Un conjunto de medidas estructurales que Barcelona y su entorno ponen en marcha para actuar de manera persistente, eficaz y sistémica contra la contaminación.