ANÁLISIS

Ricky Rubio, un MVP en el sentido amplio

Ricky Rubio abraza el trofeo de campeón mundial tras la final

Ricky Rubio abraza el trofeo de campeón mundial tras la final / periodico

Albert Guasch

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Sergio Scariolo, doctorado en este Mundial de China, encontró una salida sarcástica cuando le preguntaron cómo se sentía tras ganar en un mismo año el anillo de la NBA y la Copa del Mundo. «Esto solo puede ir hacia abajo». Tan cierta como pueda ser la afirmación a nivel personal, el fabuloso modo de alcanzar el éxito de la selección española invita a cavilar sobre nuevas conquistas y subraya el estado de gracia permanente de lo que debería ya considerarse una institución del deporte. Pasan los años, se renuevan los nombres y de alguna manera u otra logra encaramarse al podio de la competición que se le ponga por delante. Como la piel de una serpiente, se renueva y se fortalece. No está tan claro que esto vaya a ir hacia abajo.

Viajaron los españoles a China con butacas vacías. Faltaba Pau Gasol, el lesionado líder indiscutible de los últimos lustros. Se ausentaron por decisión propia Mirotic, Ibaka y el Chacho Rodríguez, a los que es fácil imaginarles frotándose la nuca en sus casas. El escepticismo de los aficionados se coló en las maletas de la expedición, como una muda más, una escuadra predestinada al regreso antes del inicio del curso escolar. Sin embargo, la nueva piel se constató mucho más robusta de lo imaginado. Quizá con menos talento natural, pero sin duda con una resiliencia al nivel de las mejores épocas. Por eso decía Campazzo, el base argentino, antes de la final que «los jugadores españoles son como criminales con mentalidad ganadora». 

Argentina, ciertamente, recibió una paliza inmisericorde de manos de unos jugadores todos barbudos que consiguieron imantar de nuevo la atención y la ilusión de los aficionados como en tantas otras ocasiones. Como en Los Ángeles-84. O como en el 2006 en Japón, por señalar dos etapas distintas. 

Por encima de todos sobresalió Ricky Rubio, dotado de una personalidad fascinante, maduro en la pista, sereno y trascendental fuera de ella, capaz de decir en un momento que debería ser de extrema euforia algo de tanto calado como lo siguiente: «Sabemos que esto es solo deporte, que la vida es mucho más que el deporte, pero espero que sirva a mucha gente para superar los baches que hay en la vida». 

Rubio, marcado por la muerte prematura de su madre, desparramó lecciones como asistencias que van más allá de la cancha. Un MVP en el sentido más amplio.