Pequeño observatorio

Hong Kong

Ahora pienso cuántas cosas vemos cada día y a menudo no les hacemos ningún caso. Es el gran poder de la monotonía

Una niña posa para una foto durante un festival en el parque Victoria de Hong Kong, el pasado 13 de septiembre.

Una niña posa para una foto durante un festival en el parque Victoria de Hong Kong, el pasado 13 de septiembre. / periodico

Josep Maria Espinàs

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Entiendo la sorpresa si digo: Yo he dormido en China. Qué sorpresa, pienso, para los que me identifican con los viajes a pie por Catalunya.

Mis amigos y yo no tenemos mucha tendencia a la exageración. Pero ahora ya hace mucho tiempo escribí un hecho que para mí es singular y que todavía tengo muy presente. Yo he estado en Hong Kong, parece que no tenía suficiente porque me acerqué a Kowloon, donde estaba la residencia británica. Una residencia que nunca visité. En aquel tiempo Hong Kong era una colonia británica. Aquel mundo, para mí exótico, lo exploré a ciegas.

Movimiento constante de barcazas

Es posible que todo haya cambiado en el ámbito de la política. Pero ese espacio todavía debe ser importante en el ámbito comercial. Las barcazas con sus colores iban aguas arriba y aguas abajo porque hacían negocios, transportaban productos para la isla y recogían otros. Un movimiento constante que me tenía seducido. Un intenso ejemplo de vitalidad.

Un día decidí que quería ver el espectáculo de barcas desde lo alto. Me haría más cargo de aquel mundo que no paraba de moverse. Y descubrí una oportunidad. Había un camino que subía por la costa. Fue como un regalo. Subí por esa especie de colina y así me fue posible ampliar el panorama.

Qué maravilla la perspectiva de docenas de barcas hasta el horizonte. Ahora pienso cuántas cosas vemos cada día y a menudo no les hacemos ningún caso. Es el gran poder de la monotonía que va limando nuestra capacidad de borrar lo que nos es familiar.

No hace falta, por supuesto, ir a Hong Kong para que la vida nos sacuda. A veces basta con que lo haga un nuevo paisaje.

Naturalmente, con tantos años encima no me es posible volver a China. Quedan solo al alcance unos fragmentos de recuerdos. Los que ya somos tan viejos solo podemos aspirar a que los buenos amigos nos quieran escuchar un rato.

¿Espinàs dice que ha estado en Kowloon? Quizá quería decir Caldetes... A cierta edad... ya se sabe...

Hombre, bromitas no. En Hong Kong no se me ocurrió pedir un certificado de presencia. Porque, que yo sepa, no existen los certificados de curiosos.