análisis

El Martillo Amarillo del Reino Unido

Se necesita un ego mastodóntico, una soberbia sin límites y un desprecio generalizado de la población más vulnerable para seguir empeñado en un 'brexit' sin acuerdo después de leer este informe

boris johnson

boris johnson / periodico

Georgina Higueras

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Los funcionarios que elaboraron el informe sobre los peores escenarios de un 'brexit' sin acuerdo no pudieron elegir un mejor título: Operación Martillo Amarillo, porque con su pelo panocha eso, un martillo destructor, es precisamente lo que Boris Johnson supone para el Reino Unido y para una de las más antiguas democracias parlamentarias. Se necesita un ego mastodóntico, una soberbia sin límites y un desprecio generalizado de la población más vulnerable para seguir empeñado en un 'brexit' sin acuerdo después de leer este informe.

Hace falta estar muy endiosado o tener muy mala fe para no tratar de reconducir una política que puede causar desabastecimiento de medicinas, encarecimiento de la electricidad, protestas, y revueltas, entre otros escenarios catastróficos relatados en el informe, elaborado en agosto, actualizado constantemente y oculto a la opinión pública hasta que el Parlamento ha ordenado su publicación. La sin razón es lo único que parece mover al 'martillo amarillo' a golpear sin descanso el bienestar y la unidad del Estado que supuestamente quiere defender de las hordas de Bruselas.

Hay en la ambición de poder de Johnson, al igual que en la del panocha estadounidense, algo que va más allá de la sensatez mínima que ha de exigirse a un político. Decía Churchill que la “democracia es la peor forma de gobierno, excepto por todas las otras que han sido probadas”. Preservarla en la era de la manipulación y la comunicación continuas requiere un esfuerzo mayor y la búsqueda de mecanismos que permitan responsabilizar a los políticos de las mentiras flagrantes que utilicen en sus campañas.

Capacidad destructiva

Hasta ahora, el colmo del cinismo y la desvergüenza correspondía al eurófobo Nigel Farage, quién a la mañana siguiente del referéndum del 'brexit', el 23 de junio del 2016, reconocía que era mentira uno de los principales argumentos de la campaña para abandonar la UE: que Londres pagaba a Bruselas 350 millones de libras a la semana (390 millones de euros), que podrían destinarse al Servicio Nacional de Salud al salir de la Unión. La cifra real se sitúa en torno a los 140 millones de libras (140 millones de euros), pero Farage y Johnson usaron datos falsos hasta la saciedad.

La capacidad destructiva del populismo es inherente a su poder. El exprimer ministro Laborista Gordon Brown advirtió a Johnson en julio de que su alocado avance hacia un 'brexit' sin acuerdo podría convertirle en el último jefe de Gobierno del Reino Unido. Escocia, que sería la primera en separarse, se lo ha repetido, pero el líder conservador no tiene oídos más que para sí mismo y para quienes le cuentan lo que él quiere oír. Farage asegura que una alianza de Johnson y él para las próximas elecciones sería “imbatible”.

En el mundo caótico en que nos encontramos, sumidos en el malestar creciente que genera una clase media frustrada por la constante pérdida de su poder adquisitivo, necesitamos más que nunca políticos capaces de hacer frente a los 'martillos amarillos' y dispuestos a luchar por mejorar cultural y económicamente la sociedad que representan.