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Un verano en el Bronx

En Barcelona han subido los atracos con violencia, cierto. Pero de aquí a decir que no podemos salir a la calle...

Una patrulla de los Mossos d'Esquadra

Una patrulla de los Mossos d'Esquadra / periodico

Imma Sust

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Soy de esas personas afortunadas que pueden permitirse el lujo de no hacer vacaciones en agosto. Puedo disfrutar de mi ciudad sin atascos y fugarme en pleno invierno cuando todos están aquí congelándose de frío. Tampoco tengo hijos y eso me facilita la escapada, la verdad. Lo explico porque, según algunos medios, ha sido un verano terrorífico en Barcelona. La gente me enviaba wasaps escalofriantes desde el otro lado del mundo.  Por lo visto, estaba viviendo en el Bronx y no me había dado cuenta.

El delirio ha sido tal, que incluso un día discutí con una vecina que me aseguró que en Barcelona había un apuñalamiento al día. La mujer de la mesa del al lado se apuntó y la conversación derivó en frases como «en esta ciudad ya no se puede vivir», «a partir de las diez de la noche ya no salgo»... Las animé a viajar un poco, a no escuchar siempre el mismo programa de radio y a salir a pasear por una de la ciudades más bonitas y  seguras del mundo, Barcelona.

Que algo se comente a lo loco en según qué medios no significa que sea cierto. En Barcelona han subido los atracos con violencia, cierto. Pero de aquí a decir que no podemos salir a la calle... Lo mismo pasa con las 'manadas' sexuales, que parece que sean algo surgido en este siglo. Somos muchas las que, a través de experiencias personales de amigas y conocidas, sabemos que no es cierto.  Siempre han existido. Lo que puede ser que pase es que los malos ahora se encuentran con victimas que no temen denunciar. «¿Por qué no denunciaban  antes?», me pregunta la señora. La respuesta es fácil. Antes nos daba vergüenza. No nos creían. Nos culpaban.

¿Se acuerdan de la famosa sentencia de la minifalda? Pues eso. Tu culpa. Siempre era tu culpa. Por suerte, las cosas cambian. Seguimos con miedo, pero al menos tenemos la valentía de decirlo. Lo mismo pasa con los abusos a menores por parte de miembros de la Iglesia. Incluso algunos curas se atreven ahora a denunciar y exigir la dimisión de los depredadores sexuales. ¡Incluso se atreve a pedirlo el Papa de Roma! Lástima que solo sea con curas de más de 90 años. No se puede pedir todo.