Opinión | Análisis

Jaume Pujol-Galceran

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Nadal, la historia interminable

La energía inagotable que mantiene al manacorí en las pistas se alimenta de victorias como la de Nueva York

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Una más. Siempre una más. Pasar una bola más por encima de la red. No hay más. Pasar esa bola en juego para ganar el punto. Ni futuro, ni pasado, solo cuenta el presente. Y así, bola a bola, punto a punto, juego a juego, partido a partido, torneo a torneo, Rafael Nadal ha levantado su impresionante palmarés.

Desde su primera victoria en el circuito profesional en Mallorca con solo 15 años, el primer trofeo mordido en Sopot en el 2004, su primer Grand Slam en Roland Garros ya hace 15 años, hasta el decimonoveno conseguido en la central Arthur Ashe, Nadal siempre ha seguido ese mantra inscrito a fuego desde niño por su tío Toni para convertir lo imposible en posible.

Siempre una más. Una y otra vez. Y así, desde la primera hasta la última bola que Daniil Medvedev lanzó fuera de la línea de fondo, Nadal hizo realidad una victoria que parecía tener encarrilada tras los dos primeros sets y que cinco horas después acabó siendo otra victoria épica para su cuenta y la historia del tenis.

Una lección de tenis y ejemplo de vida. Una victoria brutal. Una demostración de sacrificio, de humildad, de actitud y de esfuerzo sobre una pista que Nadal celebró como si fuera la primera de su vida. Un triunfo tan emocionante como agónico y que le hizo llorar como un niño al final cuando veía en las pantallas gigantes de la central, uno a uno, sus 19 títulos de Grand Slam.

Nadal está a uno de los 20 de Federer. El suizo lleva años sintiendo el aliento de su gran rival tras él y desde la madrugada del lunes puede ver su rostro en el retrovisor, dispuesto a aprovechar el rebufo para superarle en la próxima carrera. La primera, el próximo año en Melbourne, y, si no, sobre la tierra de Roland Garros, donde lo avalan 12 títulos.

Que aprenda la 'Nex Gen', esa camada de tenistas preparados, con talento y juventud, pero que están a años luz en actitud

En Nueva York sumó su cuarto título en el Abierto de Estados Unidos y, tras las eliminaciones de Federer y Djokovic, ha defendido el dominio de los 'Big Three' que, desde el 2003, cuando el tenista suizo conquistó su primer Wimbledon, han ganado entre los tres 55 Grand Slams y, de ellos, los 12 últimos en juego. Que aprenda esa 'Nex Gen' que apunta al relevo, tenistas preparados, con talento y juventud pero que están a años luz en actitud. Quizás Medvedev, el más desconocido de esa camada, sea el aprendiz más preparado para conseguirlo. En Nueva York el tenista ruso ha demostrado su valor.

Victorias como la de Nueva York le dan a Nadal esa energía por la que a sus 33 años sigue jugando al tenis y consigue olvidar que hace unos meses aterrizó en Barcelona desmoralizado y con ganas de parar. Todo ha cambiado. Dos títulos de Grand Slam (Roland Garros y Abierto de EEUU), una final (Australia) y una semifinal (Wimbledon) le han dado fuerza para seguir una historia que no parece tener fin.

Consiga o no ese récord por el que lucha con Federer y Djokovic, Nadal ya es una leyenda viva del deporte mundial y del tenis junto a los grandes campeones de la historia como el australiano Rod Laver, doble campeón del Grand Slam, que celebraba el 50 aniversario de su éxito en Nueva York y que le entregó el trofeo.  ¡Que grande, Rafa!