Ante la Diada

Juegos de palabras

Lo que llama la atención es la aparente falta de conexión entre los lemas del independentismo y la realidad que los envuelve

La 'consellera' de Presidència, Meritxell Budó, y el vicepresidente del Parlament, Josep Costa, han presentado los actos institucionales que convoca el Govern y el Parlament con motivo de la Diada del 2019.

La 'consellera' de Presidència, Meritxell Budó, y el vicepresidente del Parlament, Josep Costa, han presentado los actos institucionales que convoca el Govern y el Parlament con motivo de la Diada del 2019. / periodico

Pere Vilanova

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Una de las batallas cruciales que el independentismo parece estar librando estos días y semanas se sitúa en un terreno de juego delimitado por la palabra. O mejor dicho, por la carga emocional que parece querer insuflar a determinadas palabras. En realidad esto no es infrecuente, ha pasado en múltiples envites históricos. Lo que llama la atención es la aparente falta de conexión entre dichas palabras y la realidad que las envuelve. Tenemos algunos ejemplos.

El señor Torra, en su conferencia en Madrid, puso como ejemplo de lo que se puede avecinar la “huelga general”, y precisó “pacífica”. No estamos seguros de si el señor Torra sabe lo que significa dicha invocación. Una huelga general, para ser calificada de tal, nos remonta a la que en otoño de 1988 padeció en gobierno de Felipe González.  Tiempo después dijo: “ese día se paró hasta el aire”. Y lo de si es o sería pacífica, depende. Por ejemplo, y eso los convocantes de huelgas generales o sectoriales no aciertan a reconocerlo, depende de si los 'piquetes informativos' son solo informativos o no. Y todos sabemos que la línea que separa lo primero de lo segundo es muy tenue. En cuanto cortas el AVE, carreteras y autopistas en base a convocatorias ilegales o no autorizadas, los CDR dejan de ser pacíficos, impiden que la gente vaya a trabajar o a clase, coartan la libertad de movimientos del ciudadano, etc.

Una variante de lo dicho sería la famosa 'aturada de país', extraño concepto que parece aspirar a una “huelga general 2.0”. El país 's’atura', se congela, se detiene en foto fija. Cuando se ha convocado alguna, ha bastado que algún periodista extranjero baje a la Línea 1 o la Línea 3 del metro de Barcelona, las recorra de punta a punta a partir de las 8 de la mañana, para ver que de 'aturada de país' nada de nada. Si acaso se pudo hablar de 'cierre patronal' de la propia Administración de la Generalitat y de algunos ayuntamientos, y poco más.

Quedan otros ejemplos, entre ellos 'ens conjurem', que suena a invocación shakesperiana o  equipo de futbol ante una final complicada, o el famoso 'momentum' que invoca tal o cual dirigente de la ANC. No nos equivoquemos, esto del 'momentum' precede al más desafortunado de todos estos símiles, el tsunami. Miren por ejemplo en Wikipedia la referencia al tsunami que asoló Indonesia y Sri Lanka el 26 de diciembre de 2004. En un tsunami no hay que perder de vista lo que queda después del reflujo. Porque reflujo siempre hay, cuando hay un tsunami. Todos estos ejercicios lingüísticos ocultan mal dos cosas. La falta de entendimiento entre las dos principales fuerzas políticas se va a dirimir en su día en una elecciones, no en la Diada de 2019, y dicha falta de entendimiento se debe a que estas fuerzas políticas ya no están en acuerdo en casi nada, excepto en invocar la línea de un horizonte que, como pasa con el horizonte, cuando más te esfuerzas, menos te acercas a ella.

*Pere Vilanova, Catedrático de Ciencia Política (UB)