LA CLAVE

El tótem de la Diada

Hubo un tiempo en que el Onze de Setembre era democráticamente inclusivo, no entendía de tribus. Hoy, es facción, fractura, exclusión. Como casi todo en la vida política catalana del último ¿quinquenio?, ¿decenio?

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LUIS MAURI

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La urgencia del combate entre las facciones del independentismo es tal que los contendientes no son capaces de demorar las escaramuzas hasta después del tótem de la DiadaDiada. Tótem, emblema protector de la tribu. Hubo un tiempo en que la Diada era democráticamente inclusiva, no entendía de tribus. Y si entendía, tendía puentes sobre los ríos que las separaban. Eso sucedía en un tiempo no tremendamente lejano, pero ya consumido. Ese tiempo voló. Hoy, la Diada es facción, fractura, exclusión. Como casi todo en la vida política catalana del último ¿quinquenio?, ¿decenio?

Este año, el tótem se ve agraviado además por la división dentro de la división: el cuerpo a cuerpo de inusitada contundencia entre los dos grandes polos del nacionalismo catalán. Dos años después de la violación democrática del 6 y 7 de septiembre (episodio sepultado en el martirologio nacionalista) y del estrepitoso fracaso de la intentona independentista unilateral, el enfrentamiento principal del independentismo no es con el resto de España, sino consigo mismo. El cuanto-peor-mejor de Puigdemont Torra frente al posibilismo de Junqueras. El pulso desigual entre el hombre de Waterloo y su partido, el PDECat. (Desigual de momento, la cuenta atrás del ‘expresident’ no se ha detenido: 92, 91, 90…). Y, por encima de todas esas pugnas, la génesis de todas ellas, la larga guerra por la hegemonía en el independentismo entre ERC y la pos, o neo, convergencia.

'Peix al cove'

ERC tiene gran urgencia por saldar esta guerra. En las últimas ofensivas, pese a tener todos los elementos a su favor, siempre ha tropezado en el último asalto. Ahora, el objetivo es hacerse por fin con el liderazgo de la Generalitat y al mismo tiempo influir en un Gobierno español de centroizquierda. ¿Recuerdan el pujoliano 'peix al cove'? Algo de razón no le falta al PDECat cuando se lamenta de que Esquerra intenta suplantar a Convergència. Razón, sí, y un punto de comicidad también.

Visto que el tiempo juega en su contra (90, 89, 88…), el rechazo de Puigdemont a adelantar las elecciones catalanas solo puede tener relación con un mal pronóstico demoscópico. ¿Su victoria sobre Junqueras en las europeas? Quizás no fuera más que un espejismo excéntrico.