IDEAS

Sharon y Roman

La Sharon Tate de la película de Tarantino se nos antoja, directamente, la tonta del bote

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Ramón de España

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Decía Quentin Tarantino que si no llega a nacer la actriz Margot Robbie no habría podido rodar 'Érase una vez en Hollywood', pues era la única persona capaz de interpretar el papel de Sharon Tate, asesinada por la familia Manson hace ahora 50 años. Ante semejante afirmación, uno creyó que el amigo Quentin habría indagado en la vida de la pobre Sharon para ofrecer un retrato sentido y verosímil.

Yo no sé qué investigaciones habrá llevado a cabo, pero la Sharon Tate que aparece en la película es una pobre ingenua, más simple que las amapolas, que solo suelta banalidades, se mete en un cine para aplaudirse a sí misma en una película de Dean Martin, se pasa el día de jolgorio en jolgorio con su amigo el peluquero y se nos antoja, directamente, la tonta del bote.

Curiosamente, nadie ha salido en defensa de la difunta ni a quejarse de la imagen que Tarantino nos ofrece de ella. La que sí se ha quejado es la hija de Bruce Lee, aunque la secuencia en que aparece su señor padre es de las más divertidas de la película. Ni Roman Polanski -al que nuestra Filmoteca dedica un ciclo este mes de septiembre- ha dicho nada al respecto, tal vez porque ya arrastra sus propios problemas como para preocuparse, además, por la imagen de su difunta esposa. Mientras Tarantino retrata a Sharon Tate como una muñequita tonta, a Polanski le hace un feo en Venecia la presidenta del jurado, la espesa cineasta argentina Lucrecia Martel, que se apunta al feminismo de estar por casa negándose a ver la última película del polaco, que se centra en el 'caso Dreyfuss'.

Todos sabemos que lo que hizo Polanski a finales de los 70 no estuvo bien. No es bonito acceder carnalmente a una menor tras haberla drogado. Pero en aquellos fiestorros participaron Jack Nicholson y varios figurones más de Hollywood, y el único que pringó fue el judío bajito y sin cuello. La víctima le ha perdonado, pero la justicia norteamericana no. Y parece que Lucrecia Martel tampoco. ¿No ha llegado ya el momento de dejar de perseguir a un hombre de 82 años que pasó su infancia en un campo de concentración nazi y que perdió a su esposa embarazada por culpa de unos psicópatas? Dudo mucho que Roman Polanski sea el tipo más despreciable del mundo. Como también dudo que Sharon Tate fuese la bobalicona de la peli de Tarantino. No estaría mal un poco más de respeto para ambos.