Pequeño observatorio

Vivir en la plazoleta del silencio

Cuando era joven iba de pueblo en pueblo, sin prisa, y me atraía pararme en las plazas

despoblación Italia, pueblo de Locano

despoblación Italia, pueblo de Locano / periodico

Josep Maria Espinàs

Josep Maria Espinàs

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Cuando era joven y me gustaba andar me parecía algo muy fácil de hacer. Iba de pueblo en pueblo, sin prisa. Me paraba donde quería. Me atraían sobre todo las plazoletas. Había, a veces, alguien que veía pasar más allá. Lo que más me atraía eran esas placitas, que a menudo eran silenciosas. Pero a veces encontraba alguien que pasaba. Una chica que iba a buscar agua a una fuente. Parece que la vea todavía. Ella pasó mirándome un instante, de reojo. ¿Quién era yo?¿De dónde había salido?

El paso de la chica y yo que la miraba se convirtió en una pequeña y silenciosa escena. Pienso que la chica se debía decir: «¿Y este quién es y qué hace aquí? Ella desapareció y yo continué mi camino. La plazoleta se quedó vacía. Y ahora pienso que siempre me han gustado las plazoletas. Hay bonitas en la Barcelona más antigua. Los turistas entran y supongo que les gusta ir pasando por esos rincones.

Pero debo confesar que han aparecido plazas que no tienen el encanto de las antiguas, pero en cambio hay otras, muy distintas, tentadoras desde el punto de vista económico o social.

Hay mucha gente que hace oposiciones para ganar una plaza. Hay gente que se arriesga a encontrar un trabajo de dudoso futuro y la que busca la tranquila posesión de una plaza.

«Es que hoy, sabes, y tal como están las cosas lo más importante para mucha gente, lo ideal, es tener un puesto de trabajo, un trabajo seguro.»

Y pienso en la chica que vi pasar en aquel pueblo y que iba a buscar agua a la fuente. ¿Es posible que todavía vaya? En un mundo que todo es programable y se piensa en rendimientos, beneficio y salarios, todavía hay alguien que va a buscar el agua de la fuente cuando el sol ya no quema.