El conflicto catalán

Torra contra Torra

El dirigente reniega de la autonomía pero no por ello abandona la presidencia del Gobierno autónomo

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torra / periodico

Xavier Bru de Sala

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 'Hechos, no palabras', señalaba uno de los eslóganes favoritos de los socialistas. En consecuencia, el partido del unionismo moderado falla al fijarse en la conferencia del 'president' Quim Torra sobre la confrontación. Estas palabras discrepan de los hechos. Si el gobierno de la “unidad independentista” no les hace ningún caso, si se abstiene de toda confrontación con el Estado, el PSC debería ponerse la capucha de franciscano, facilitar la estabilidad y situarse en el centro del terreno negociando los presupuestos.

Aún más, si nos fijamos en la semántica del discurso presidencial, notaremos un desplazamiento significativo. Hemos pasado de la unívoca desobediencia civil a la, en boca suya ambivalente, confrontación democrática. Torra reniega de la autonomía pero no por ello abandona la presidencia del Gobierno autónomo. Nada más lejos de un hipócrita que Quim Torra. Nada más incoherente que Quim Torra. Puigdemont se lo puede permitir porque está rodeado de fieles. Torra está rodeado de infieles y es el máximo responsable de sus cotidianas infidelidades autonomistas. Si no los denuncia y da un portazo es porque a pesar de no ser un político entiende que su misión es contribuir a la contención del declive del espacio posconvergente. Por ello, y para ver si en el futuro próximo le toca la lotería de una escalada del conflicto, hace de tripas corazón y aguanta en lo alto de un Gobierno peor que obediente, colaboracionista.

Tiene razón David Bonvehí cuando acusa a los republicanos de querer ser la nueva CDC. Pero obvia añadir que el PDECat y la galaxia de formaciones que, más que orbitar a su alrededor se revuelven contra el hedor convergente, hace lo posible para usurpar el papel de ERC y apropiarse de la intransigencia verbal. Pero, eso sí, sin abandonar el pragmatismo. Si el Torra irreducible soporta al Torra autonomista sin deprimirse aunque son incompatibles, más difícil lo tendrá la nueva formación que deberían liderar a dúo Mas y Puigdemont. Las contradicciones personales son más fáciles de superar que los imposibles políticos.