Al contrataque

Tarantino

Tarantino le regala a Roman Polanski otro final, o sea, otra vida. No se me ocurre un mayor regalo, ni para los espectadores

Brad Pitt y Leonardo DiCaprio en 'Érase una vez... en Hollywood' de Quentin Tarantino.

Brad Pitt y Leonardo DiCaprio en 'Érase una vez... en Hollywood' de Quentin Tarantino. / periodico

Milena Busquets

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Atención: este artículo contiene 'spoilers'.

Si quieren saber cómo son las mujeres, vayan a ver las películas de Woody Allen y si quieren saber cómo son los hombres, vayan a ver las de Quentin Tarantino (y si quieren saber cómo son los hombres y las mujeres busquen tal vez las de Ingmar Bergman).

El otro día fui a ver la nueva película de Tarantino, 'Érase una vez en Hollywood'. Me llevé a mis dos hijos, de 12 y 19 años, hay algo tan electrizante en Tarantino, tan energético y contagioso, tan viril, que pensé que incluso si la película no les gustaba, la experiencia sería interesante para ellos. A uno le gustó mucho y al otro no tanto, pero incluso el que fue más crítico, pasó los días siguientes hablando y moviéndose inconscientemente como el personaje de Leonardo di Caprio.

Lo que hace Tarantino en 'Érase una vez en Hollywood' no es solo una declaración de amor al mundo del cine, es también un homenaje a Roman Polanski.

Tarantino reconstruye la espantosa tragedia de Sharon Tate (asesinada salvajemente en su casa junto a unos amigos cuando estaba embarazada de ocho meses) y la convierte en algo parecido a una comedia.

Sharon Tate no muere, mueren los malos (en la mejor escena de la película, una de esas escenas que te dan ganas de levantarte de la butaca y de ponerte a saltar y a gritar, de excitación, de nervios y de entusiasmo) y al final, la bella Sharon Tate, la mujer más hermosa de su generación, la esposa de Roman Polanski, invita a su vecino, que ha pasado toda la película mirando admirativamente hacia su casa (y que ha matado a los malos) a tomar una copa con sus amigos.

Tarantino no reconstruye lo que fue, que es la labor de los historiadores y de los periodistas, Tarantino, como todos los artistas serios, reconstruye lo que no fue.  

No sé qué habrá sentido, aparte de agradecimiento, el genio absoluto Roman Polanski al ver la película, alivio tal vez, ¿emoción? ¿sorpresa? He leído en algún sitio que se había sentido molesto al no haber sido consultado sobre el tema. Tarantino le dice, nos dice: la vida fue por allí pero podría haber sido de otro modo, podría haber tenido un final feliz, o al menos un interludio feliz, podría haber sido un poco más larga, podría haber durado una copa más.

Tarantino le regala a Roman Polanski otro final, o sea, otra vida. No se me ocurre un mayor regalo, ni para los espectadores.