Los desafíos a nivel local y global

¿Otra tormenta perfecta?

Los ingredientes de la crisis están servidos: los políticos españoles deberían optar por garantizar la estabilidad interior para afrontar las turbulencias globales de otoño

Ilustración de Leonard Beard

Ilustración de Leonard Beard / periodico

Rafael Jorba

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El 'president' Montilla utilizó la expresión “tormenta perfecta” para resumir el cóctel de factores que precipitaron su derrota en las elecciones catalanas del 28 de noviembre del 2010. Con la victoria de Artur Mas, se abrió un convulso ciclo político en el que se fue gestando el proceso independentista. José Montilla, en su libro 'Clar i català. Testimoni de quatre anys de presidència' (RBA, 2013), cita dos de los ingredientes de aquella tormenta perfecta: la sentencia del Estatut (28 de junio del 2010) y el impacto de la crisis económica, con la quiebra de Lehman Brothers (septiembre del 2008) como referente simbólico global.

“La crisis económica -explica- fue el factor principal de la tormenta (…) La sentencia, de hecho, tuvo pocos efectos electorales porque ya estaban descontados. El Govern sufría el desgaste, como todos los gobiernos que gestionaban la crisis en Europa. ¿Cuántos gobiernos cayeron durante este periodo? La mayoría”. Desde esta óptica, la combinación de un factor local -en el caso de Catalunya, la mala gestión del Estatut y su sentencia posterior- y de un factor global -el ciclo de crisis económica- propició las respuestas en clave neopopulista, con dos factores comunes: el temor creciente de las clases medias y las soluciones simples a problemas complejos.

Culpar a terceros

“El miedo -resume Montilla- funciona, y también funcionan otros tics populistas como tratar de adjudicar la causa de todos los males, si es posible, a la gente de fuera: o es culpa de España, o es culpa de los inmigrantes, o es culpa de Europa, o es culpa de los países del sur… Pero, en todos los casos, se trata de endosar la culpa de los problemas a un tercero”. Este es el telón de fondo del auge de los populismos en la última década: del triunfo del 'brexit' en el Reino Unido a la victoria de Donald Trump en Estados Unidos; del ascenso de la Liga y del M5S en Italia al hundimiento de la derecha y de la izquierda tradicionales en Francia.

De la misma manera que en los años 30 del siglo pasado la desafección de las clases medias propició el declive de la democracia parlamentaria y las respuestas en clave autoritaria, ahora el largo ciclo de crisis económica ha desatado el vértigo de las clases medias y el auge de los populismos. La socialdemocracia y la democracia cristiana, que levantaron el modelo social de la posguerra, gestionaron la crisis, pero renunciaron a administrar las esperanzas; su lugar lo han ocupado los que mejor han gestionado los miedos. Es el resultado de la “sociedad del riesgo”, en expresión de Ulrich Beck: “El riesgo no significa catástrofe, sino percepción de la catástrofe futura en el presente”.

“La generalización de riesgos (el cambio climático, la crisis financiera, el terrorismo) instaura un estado de urgencia ilimitado, que trasciende la esfera nacional para convertirse en universal”, escribió el añorado sociólogo alemán en octubre del 2008 al inicio del último ciclo de crisis. La pregunta, desde esta óptica, es si no estamos en vísperas de otra tormenta perfecta, con un impacto a escala local, europea y global, que podría desatarse en otoño propiciada por una agenda llena de incógnitas.

El calendario político y económico es aterrador. En Catalunya, un independentismo desunido y desnortado intentará dar respuesta a la sentencia del 'procés', que se dictará en vísperas del segundo aniversario del referéndum del 1-O. En España, el Gobierno en funciones de Pedro Sánchez tendrá difícil gestionar la sentencia si finalmente nos encaminamos hacia unas elecciones anticipadas el 10 de noviembre.

En Europa, entre tanto, la toma de posesión de la nueva Comisión Europea, prevista para el 1 de noviembre, se producirá al día siguiente del final de la prórroga del 'brexit' (31 de octubre); Boris Johnson ya ha asegurado que habrá divorcio con la UE “sean cuales sean las circunstancias”. Otras incógnitas: la inestabilidad política de ItaliaItalia, precipitada por Matteo Salvini; las presidenciales argentinas del 27 de octubre, con la previsible derrota del presidente Macri, adelantada en las primarias del 11 de agosto; la escalada de la guerra comercial entre EEUU y China, con la amenaza de nuevos aranceles esgrimida por Trump; los vientos de recesión en Alemania, la primera economía del euro...

¿Otra tormenta perfecta? Los ingredientes están servidos. Las encuestas que a día de hoy manejan los asesores y 'spin doctors' de turno pueden saltar por los aires. Los políticos españoles -catalanes incluidos- deberían optar por garantizar la estabilidad interior para poder afrontar las turbulencias globales de otoño.

Periodista.