Barça

Certezas y locuras de verano

Lo que estaba destinado a ser una exhibición de impotencia para reforzar el discurso de que sin Neymar no hay paraíso, pasó a ser un anuncio de la Masía con un desconocido Valverde como director

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Sònia Gelmà

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Estaba todo peligrosamente preparado, incluso el confeti. Tras una derrota en el primer partido de liga y con un entrenador en permanente sospecha, el Barça jugaba sin Messi, sin Suárez, y sin Dembelé. Todo un tridente en la enfermería mientras el peso recaía en una delantera formada por Griezmann —un recién llegado en fase de adaptación según lo visto en Bilbao—, Rafinha —con un pie fuera del club— y Carles Pérez —un novato. Era el escenario ideal para que Neymar acabara la noche algo más cerca de Barcelona. Porque un nuevo tropiezo, y el Betis se puso 0-1, hubiera hecho que el ruido fuera insoportable para la directiva.

Y sin embargo, lo que estaba destinado a ser una exhibición de impotencia para reforzar el discurso de que sin Neymar no hay paraíso, pasó a ser un anuncio de la Masía con un desconocido Valverde como director. El precoz debut de Ansu Fati quizás no tenga más continuidad que la alegría puntual de una noche de verano, pero eso que se lleva él, la afición y su técnico, estigmatizado por su falta de confianza hacia otros jóvenes.

De pronto, Griezmann ha desterrado la soledad de Messi cuando se trata de marcar diferencias. Carles Pérez parece un jugador válido para ser el quinto delantero. Ansu Fati es la nueva promesa ilusionante. Sergi Roberto puede suplir a Rakitic con la misma eficacia. Y Busquets ha emergido de las catacumbas en que le había enterrado el fichaje de De Jong. Certezas de hoy, que volverán a estar a prueba el próximo partido. El fútbol es un estado de ánimo, y el del Barça ahora mismo es de euforia.

No fueron más que tres puntos, los mismos que se escaparon en Bilbao, pero la imagen del equipo contribuyó a calmar esas pulsiones típicas del mes de agosto. No debería ser así, pero la historia de los clubes está repleta de casos que demuestran que una derrota inoportuna puede precipitar decisiones impetuosas. Tras el partido del domingo, Bartomeu se ha desabrochado un botón de la camisa. Respira, lo que no quiere decir que no haga un último esfuerzo por Neymar. Tiene un público bien atento a ello.

Mientras tanto, en Madrid, resulta que un balón que se tenía que haber enviado a “tomar por saco” —Zidane dixit— se ha cargado de un plumazo a esa vieja guardia que había resucitado en Vigo. Ya no vuelven a carburar como los campeones de Europa que fueron y la chequera de Florentino vuelve a ser reclamada.

El mercado se cierra el lunes y el problema para Bartomeu y compañía es que el sábado hay un nuevo examen. Un nuevo contexto que puede volver a virar todo el plan deportivo del club. He ahí el problema, tanto de Barça como de Madrid: la provisionalidad de sus proyectos. Y así seguiremos, pendientes del Neymar de turno.