Salvar el planeta

Emergencia ambiental, exigencias y responsabilidades

Hace falta que cada uno cumpla su parte de responsabilidad si queremos lograr cambios significativos

Ilustración de Trino

Ilustración de Trino / periodico

Cristina Ribas

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Se intensifican las campañas en las redes a favor del medioambiente como la que proponía recientemente vivir una semana sin plásticos y exigir su eliminación. Buenas intenciones, amplificadas a través de imágenes y mensajes impactantes con miles de 'me gusta', que desgraciadamente no son suficientes. Hace falta que cada uno cumpla su parte de responsabilidad si queremos lograr cambios significativos. Porque es más justo y porque será mucho más rápido y eficiente.

¿Qué tendría que pasar? En primer lugar, legislación que prohíba y sancione. Por ejemplo, la reciente aprobada directiva europea que elimina los plásticos desechables. No hay que esperar a que los estados la desarrollen, parlamentos como el balear ya han legislado y muchos otros pueden seguir su ejemplo para ganar tiempo y para hacer entender a todo el mundo que no hay vuelta atrás.

Aplicar las leyes

Cuidado que con esto no basta. En Catalunya, tener leyes de cambio climático y de financiación del transporte público no sirve de mucho porque prácticamente no se están aplicando. Hay que poner todas las herramientas en marcha urgentemente e ir más allá si no hay resultados. Hace décadas que se intenta hacer cumplir la normativa sobre los purines, pero las aguas de una gran parte del territorio catalán siguen contaminadas. Confiamos también en que Teresa Ribera, actual ministra para la Transición Ecológica, esta vez pueda hacer el trabajo. En el 2008, cuando era secretaria de Estado de Cambio Climático y se celebró la Expo de Zaragoza, dedicada al agua y el desarrollo sostenible, el Ministerio de Medio Ambiente tuvo un papel meramente decorativo.

Poner las condiciones para eliminar hábitos insostenibles también es responsabilidad de las diferentes administraciones. Los consumidores obviamente tienen un papel importante pero, cuando el sistema lo pone fácil, la ciudadanía en general responde. Ejemplos del aumento de las tasas de recogida selectiva cuando se implantan sistemas como el puerta a puerta los tenemos en el distrito de Sarrià (Barcelona) y Torrelles de Llobregat (Baix Llobregat) que han llegado al 55% y 63%, respectivamente, cuando la media en el área metropolitana de Barcelona es del 37%.

Sin embargo, reciclar tampoco es suficiente. Las empresas tienen más deberes. La mayoría de las industrias no se hacen responsables de los productos que fabrican y comercializan. Los hacen nacer y vivir desde la cuna de las materias primas a la tumba de los desechos. Es un modelo lineal ineficiente que debe sustituirse por lo que propone la economía circular -de la cuna a la cuna- donde quien produce o presta servicios debe diseñar el proceso de manera que se cierre el círculo, sin generar daños o residuos. Así, o la basura es biodegradable o se convierte en fuente de recursos, sin acumular nada.

Tampoco tenemos que aceptar, porque no es ético, hacer negocios explotando y esclavizando personas y dañando, sin renovar, recursos, traspasando la responsabilidad -y los gastos- de estas acciones al sector público. Por eso es reprobable la publicidad que muestra como amables, naturales o ecológicos productos que esconden malas prácticas socioambientales. Pensamos, por ejemplo, en las llamadas constantes y omnipresentes a fomentar el uso y compra de vehículos. Mucha menos comunicación reciben las muertes y enfermedades por contaminación o los destrozos que causan estos vehículos en los paisajes con la imagen de los que, curiosamente, se hacen la mayoría de anuncios. Extraño que organismos como el CAC o Autocontrol no tengan nada que decir. 

Hay que reclamar también más responsabilidad periodística para investigar y denunciar, relacionando el medioambiente con la economía y la gestión. Greenpeace lo ha hecho poniendo el punto de mira la empresa Ecoembes en su último informe 'Maldito Plástico'. Dice que hay engaño en las cifras de reciclaje que proporciona esta compañía en la que participan muchos productores. Ecoembes ha negado las acusaciones pero lo cierto es que, a partir de estos datos, países como Malasia han acabado devolviendo toneladas de envases a España al comprobar que no eran reciclables. Oenegés también han hecho público hace pocos días un estudio sobre los cruceros, demostrando que una sola compañía emite tanto dióxido de azufre como todos los coches europeos y que Palma y Barcelona son los puertos más afectados.

Finalmente, el activismo tiene la responsabilidad de incidir en todos estos frentes para lograr que cada uno de los actores actúen en consecuencia y, por supuesto, hacer campañas explicando bien quién tiene que hacer qué para exigirlo colectivamente.