ANÁLISIS

La jornada 39 (o cuando todo sigue igual)

La Liga, como dijo Piqué puso al Barça en su sitio: un equipo a la espera de Messi

Valverde, en San Mamés durante el Athletic-Barça de la primera jornada de Liga.

Valverde, en San Mamés durante el Athletic-Barça de la primera jornada de Liga. / periodico

Sònia Gelmà

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La ilusión del aficionado es intrínseca a las pretemporadas. Luego llega la realidad y, tal como dice Piqué, la competición pone a cada uno en su sitio. Y el lugar del Barça en esta Liga, después del primer partido, resulta ser muy parecido al de la temporada pasada: un equipo a la espera de Messi.

Pese al centro del campo revolucionario introducido por Valverde, pese a la presencia de Griezmann en el ataque, los pecados siguen siendo los de siempre, el Barça no ofrece soluciones nuevas cuando no está el argentino. Fue la primera jornada de esta liga, pero pudo haber sido la 39 de la pasada.

Esa lectura tiene algo de positivo, puesto que en cuanto Messi vuelva, el Barça será otra vez el principal candidato para ganar la competición. Lo negativo es que con el argentino no basta para ganar en Europa, al menos no en los últimos años.

Sería precipitado sacar conclusiones definitivas

Pero aunque el inicio de temporada haya dejado fríos a los aficionados, sería precipitado sacar conclusiones definitivas. El tono físico está aún lejos de ser el mejor y parece justo dar un margen de tiempo a la adaptación de los nuevos y los retoques que quiera aplicar Valverde —sobre todo cuando ni siquiera sabe con qué jugadores va a poder contar en septiembre.

Si el Barça acaba fichando a Neymar, Valverde deberá luchar contra la regla universal del equipo para intentar meter el máximo número de cromos en su once

Si el Barça acaba fichando a NeymarValverde deberá luchar contra la regla universal del equilibrio para intentar meter el máximo número de cromos en su once. Eso sin contar con Dembelé, quien por supuesto quedaría fuera de la ecuación.

El técnico ya sabe lo que es rehacer una idea sobre la marcha, ya le ocurrió en su primer año con la fuga de Neymar. Dos veranos después, casualidades de la vida, su idea táctica vuelve a estar pendiente del destino del brasileño. Esa experiencia le permite ahora relativizar cualquier derrota. Su primera temporada no pudo empezar peor, con una derrota contundente ante el Madrid, y aquel mismo equipo no perdió un solo partido de Liga hasta que la hubo ganado.

Pero precisamente este año, Valverde necesita más que nunca la tranquilidad de los resultados para que el ruido alrededor de su cargo no se vuelva insoportable. Porque para él también es la jornada 39, pese a que su primer once contradijera a todo aquello que se le presupone, pese a que apostara por la juventud que se le reclama, pese a que no tuviera en cuenta las jerarquías. La herida del año pasado sigue supurando.

No parte de cero, porque se le espera en la próxima esquina. También paga peaje el equipo, pese a las incorporaciones. Están bajo sospecha desde el inicio, porque De Jong parece ser la única pieza indiscutible, el único refuerzo ilusionante por unanimidad. Demasiadas facturas pendientes que solo una borrachera de juego podría solucionar. Messi tiene trabajo por delante.