Opinión | Editorial

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La odisea del 'Open Arms'

La oferta de España de un puerto balear puede cerrar una crisis puntual, pero no resuelve el problema de fondo

Un miembro de Open Arms consuela a una migrante en el buque.

Un miembro de Open Arms consuela a una migrante en el buque. / periodico

Todo lo que está sucediendo en los últimos días en torno al 'Open Arms' resume, de manera tan nítida como dramática, las grandes carencias de la Unión Europea en su respuesta a la crisis migratoria. Una condena sin ambages merece la obscena inflexibilidad del ultraderechista ministro italiano Matteo Salvini, que vulnera los tratados internacionales y la propia Constitución italiana al negarse al desembarco en Lampedusa de los 107 rescatados que siguen a bordo, aun cuando hay un acuerdo entre seis países europeos dispuestos a acogerlos. La situación insostenible en que se halla el 'Open Arms' urge a encontrar una salida para atender a los migrantes náufragos sin más dilación. Esta debe ser la prioridad ahora, pero no por ello se debe soslayar una de las razones que han llevado a esta crisis, a saber, la falta de una política migratoria común cimentada en los derechos humanos y que implique a todos los países de la UE. Los gobiernos dispondrían de este modo de un sistema de respuesta coordinado y de obligado cumplimiento que evitaría el bochornoso espectáculo al que asistimos.

La actitud de Salvini impidiendo el desembarco de personas en riesgo es contraria a los derechos humanos más elementales, y que eso ocurra dentro de las fronteras de la Unión debería obligar a una reacción contundente de los socios europeos. En un momento en el que la extrema derecha avanza a nivel global, Europa debe defender sus valores y marcar las líneas rojas ante quienes optan por el discurso del odio y el miedo.

El Gobierno español es el único que ha ofrecido un puerto seguro al 'Open Arms', pero lo ha acabado haciendo con una dilación y una vacilación sobrantes. La oenegé rechazó la oferta de poner rumbo a Algeciras, argumentando que la seguridad y la salud de los migrantes estaban en peligro y que exponerlos a cinco días más de navegación era un riesgo inasumible. Finalmente, todo indica que un puerto balear pondrá fin a la agonía, aunque anoche la oenegé seguía insistiendo en atracar en Lampedusa. En este punto, la única consideración válida debe ser desembarcar a los náufragos en un puerto seguro y acabar de una vez con su desesperación. Esta crisis concreta terminará, pero eso no resolverá el problema de fondo ni tampoco descarta que pueda volverse a dar un caso similar en adelante. Sin ir más lejos, el 'Ocean Viking' espera en alta mar permiso para atracar en Malta o Italia con 356 inmigrantes a bordo. La UE no escapará a la vergüenza hasta que arbitre una política migratoria común.