IDEAS

Una buena historia de terror

Una chica mira un móvil

Una chica mira un móvil / EL PERIÓDICO

Lucía Lijtmaer

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Para aquellos que estén comentando en estos días los fabulosos beneficios de la desconexión en vacaciones y acto seguido pasen a enumerar todos los males creados por las nuevas tecnologías en las últimas décadas: pónganse a la cola, los victorianos llegaron primero. A finales del siglo XIX los neurólogos alertaban de una creciente oleada de crisis nerviosas provocadas por la sobreestimulación de las nuevas concentraciones urbanas, desconocidas hasta la fecha.

Las tecnologías emergentes dieron lugar a nuevas formas de escritura ya en el siglo XIX

La sobrecarga de información incluía: periódicos matutinos y vespertinos, dos entregas postales al día, telegramas que podían llegar en cualquier momento a cualquier hora del día, por no hablar del teléfono o nuevos métodos de transporte que te impedían digerir todo el paisaje gracias a sus nuevos y veloces ritmos. ¿Y en las ciudades? Obras de teatro, música, bares, más periódicos, más revistas, y un largo etcétera del que se quejaban escritores como Grant Allen, aquejado como muchos otros ciudadanos de agotamiento nervioso.

Es a Allen al que se cita para demostrar cómo la tecnología, paradójicamente, dio lugar a nuevas formas de escritura. Ante la nueva cultura impresa que requería contenido constante, Allen y otros tantos comenzaron a escribir literatura en formato corto -mejor pagado, claro está, que los reportajes de noticias en diarios-. Generalmente se trataba de cuentos góticos de fantasmas e historias de terror que abonaron el terreno para la primera ciencia ficción.

La genealogía de la relación entre literatura y tecnología es larga, y se le presta gran atención a estos aspectos industriales que permiten enormes avances. Pero, ¿y la temática contemporánea? Los más recientes titulares sobre vídeos 'online' no se quedan atrás: el primer 'youtuber' profesional se retira después de perder el 96% de su audiencia. Soph, activista de extrema derecha de 14 años, cerró su canal por incitación a discursos de odio. La adolescente responsable del canal Life With Mak amenaza con retirarse después de que la plataforma eliminara varios de sus vídeos por su posible sexualización. He aquí tres novelones como tres soles. O al menos un par de historias de terror.