ANÁLISIS

A favor de la promiscuidad

El gol de Aduriz tuvo la virtud de situarnos ante el espejo a las primeras de cambio y hacernos dudar.

Aduriz marca el 1-0 que derrotó al Barça en San Mamés con una impresionante volea.

Aduriz marca el 1-0 que derrotó al Barça en San Mamés con una impresionante volea. / periodico

Jordi Puntí

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Con toda su belleza y contundencia, el gol de Aduriz en el nuevo San Mamés, minuto 89, fue una forma preciosa de dar inicio a esta Liga. Pero también fue, sobre todo, una expresión de la naturaleza dual del fútbol de hoy en día: un mundo planificado al máximo pero que en el fondo vive de las genialidades. Con sus 38 años, recién salido para jugar los minutos de la basura, Aduriz perfiló la chilena y nos recordó que lo que ocurre sobre el césped es imprevisible y siempre puede darse el instante maravilloso. Por eso vale la pena quedarse hasta el pitido final.

Bastaron 90 minutos  y una derrota in extremis en San Mamés para que llegaran las incertidumbres

Contra esa aparición fabulosa de lo inesperado, existe toda la planificación del fútbol actual. Durante meses, técnicos y directivos intentan conseguir un equilibrio en la plantilla --edad, experiencia, talento-- que les asegure el tránsito entre la seguridad de lo previsible y el misterio de lo impredecible. Ante el Athletic Club, la derrota también tuvo la virtud de situarnos ante el espejo a las primeras de cambio --y hacernos dudar.

A lo largo de la pretemporada, Valverde había dado pistas sobre el equipo que quiere construir. Se podría decir que en ciernes estaba una apuesta por la juventud y la renovación, con De Jong como pieza clave en el centro, con Semedo fijo en el lateral y con Sergi Roberto y Aleñá como refuerzos en la media. En la delantera, Messi, Suárez y alguien más.

Que Valverde afine mejor

Cada vez que la posible vuelta de Neymar se entrometía en este plan, nos convencíamos de que la auténtica apuesta de futuro son Dembélé Griezmann. Bueno, pues bastaron 90 minutos y una derrota in extremis -sin Messi- para que llegaran las dudas. El partido errático de Dembélé nos hizo revisar las opiniones sobre la vuelta de Neymar, y más sabiendo que Coutinho celebrará la Oktoberfest en Múnich. Incluso Valverde parecía extrañado de ver a Busquets y Rakitic en el banquillo, y en la segunda parte corrigió -hay que decirlo así- su planteamiento sacando al croata por Aleñá.

El partido errático de Dembelé en Bilbao nos hizo revisar las opiniones sobre la vuelta de Neymar

Así las cosas, me temo que la solución que tenemos es ver el partido de San Mamés como el último de la pretemporada, y esperar que Valverde afine mejor en sus experimentos de renovación. Es incomprensible, por ejemplo, que ni siquiera convocara a Arthur para Bilbao, o que casi no haya probado la asociación entre Busquets y De Jong en el centro del campo -y no digamos ya con Arthur formando trío-. Por no hablar de Riqui Puig. Pero no desesperemos todavía.

Quizá lo primero que hay que entender es que en el fútbol actual ya no existe el llamado "once titular". Es una idea anticuada. Solo el portero y algunas estrellas mantienen el privilegio de saber que jugarán cada partido.

El sábado, por ejemplo, frente al Tottenham, Guardiola dejó en el banquillo del Manchester City a Gabriel Jesús y David Silva, los dos jugadores clave en su última victoria, y nadie se rasgó las vestiduras. El futuro de este Barça, pues, pasa por mejorar la promiscuidad, entender que la idea de juego debe permitir distintas combinaciones, siempre que se trate bien al balón (y jugadores para hacerlo, haylos). Y si al final resulta que vuelve Neymar, com més serem més riurem.