La respuesta europea al drama migratorio

Salvini y el 'Open Arms'

Europa debe ser solidaria ante la tragedia de la inmigracion, pero no puede perder la cabeza

Ilustración de Leonard Beard

Ilustración de Leonard Beard / periodico

Joan Tapia

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Tras el acuerdo entre la Comisión Europea y un grupo de países, entre ellos España, Francia y Alemania, para acoger a los inmigrantes del 'Open Arms', el rechazo de Matteo Salvini, el siniestro ministro italiano del Interior, al desembarco, está todavía más injustificado y escandaloso. Acabará cediendo.

La crisis, que en España está siendo seguida con gran atención pues el 'Open Arms' es de bandera española, merece una reflexión ya que ha vuelto a poner de relieve una gran fractura europea. La inmigración es hoy un fenómeno relevante y candente por varios motivos. Uno, que el Mediterráneo divide a dos continentes con niveles de riqueza, bienestar y libertades muy diferentes y es inevitable que en tiempos de globalización parte de la población africana aspire a instalarse en Europa. No es algo nuevo, pero en los últimos años ha adquirido mayor intensidad. También porque Europa, con una población crecientemente envejecida, necesita acoger inmigrantes para asegurar su progreso económico y social.

Pero la inmigración ordenada -de África y antes de otros países como Siria- es un desiderátum difícil de implementar. Y ahí es donde surge la división. Ante el 'Open Arms', como en casos anteriores, una parte relevante de la mejor Europa reacciona con gran solidaridad ante quienes han huido de la miseria y de situaciones atroces en las que no se respetan los derechos humanos más elementales. Y este sentimiento se ha unido a la exasperación ante la lentitud de los gobiernos al abordar este caso -de huidos de Libia y con una treintena de niños a bordo- que ha sacudido las conciencias.

La actitud de los gobiernos europeos, de distinto signo político, ha sido muy poco edificante. Al final han reaccionado, pero son reticentes a las acciones de organizaciones que hacen una labor humanitaria. Argumentan que también pueden favorecer la inmigración ilegal por varios motivos. El primero es que la inmigración desordenada no solo no es la solución, sino que genera problemas en los países receptores. Otro, es que esta acción humanitaria puede ayudar a las mafias que explotan el tráfico de seres humanos. Es más fácil acercar las pateras al barco de una oenegé solidaria que conducirlas a un puerto europeo. Por último, dar via libre a estas iniciativas solidarias podría hacer de la inmigración ilegal -negocio de traficantes sin escrúpulos- algo casi normal, lo que es inadmisible.

Claro, esta actitud de los estados pierde fuerza moral tras el fracaso en establecer canales de inmigración legal y ordenada y de cooperación económica con los países africanos. Algo se hace -y la actitud actual de Marruecos lo demuestra- pero siempre de forma fragmentaria e insuficiente, aunque la actitud de muchos gobiernos -o desgobiernos- africanos no facilita las cosas.

El rechazo a los inmigrantes es ahora el trampolín electoral de la extrema derecha de muchos países

Sin embargo, el humanitarismo no puede tampoco ignorar la gran complejidad del asunto. En Italia, Matteo Salvini, el líder de la Liga (extrema derecha) explota su imagen de enemigo radical de la inmigración -ahora ya está en campaña- para forzar elecciones anticipadas con una intención de voto del 36-38%. Y si llegara al 40% (solo o en alianza con Hermanos de Italia) podría tener mayoría absoluta y lograr los “plenos poderes” que exige para una política reaccionaria y antieuropea. Y no todos los votantes de la Liga son extremistas, muchos provienen de partidos de centro, o incluso de izquierda, desconfiados -con o sin razón- ante los inmigrantes.

E Italia no es la excepción. En Francia, solo Macron -tras los fracasos de la derecha de Sarkozy y de los socialistas- logró vencer a Marine Le Pen, la heredera del Frente Nacional, en las elecciones presidenciales. Y en las europeas, la lista de Le Pen ha sido la más votada. En Alemania, la erosión política de Merkel se inicia en el 2015 cuando la cancillera decide, por acertadas razones humanitarias, acoger a centenares de miles de refugiados que llegaron a Europa Central a través de Grecia y de los Balcanes huyendo de la guerra civil siria. Es luego cuando Alternativa por Alemania logra entrar en los parlamentos regionales y en el Bundestag.

El fenómeno Vox -y sus preocupantes pactos con PP y Cs- indican que tampoco aquí estamos tan lejos de esta alarmante deriva. Europa no puede abandonar a los refugiados del 'Open Arms', pero sin cerrar los ojos a una realidad que no es la deseable. El 38% de italianos que quiere votar a Salvini está ahí. También la reacción de algunas poblaciones catalanas ante los menasmenas. La izquierda no debe perder el corazón, pero tampoco la cabeza.